Lectura: Job 40:1-14
Un amigo empezó a recibir clases de un idioma indígena de nuestra región. Cuando me enseñó el libro de la clase y las primeras notas que había tomado, me resultó imposible entender que esos caracteres se relacionaran con palabras habladas. Todo aquello era totalmente ajeno para mí y por supuesto incomprensible.
Muchas veces me parece que tenemos la misma sensación de desconcierto cuando pensamos en cómo actúa Dios, y por ende nos son difíciles de aceptar o comprender pasajes como los siguientes: “Porque mis pensamientos no son sus pensamientos ni sus caminos son mis caminos, dice el Señor” (Isaías 55:8).
Sin embargo, aun así, algo en nuestro interior nos dice que deberíamos ser capaces de entender por qué Dios permite ciertas cosas y otras no. Después de todo, pensamos muchas veces de nosotros mismos: “somos buenos creyentes, leemos la Biblia todos los días, el Espíritu Santo vive en nosotros, y entonces deberíamos entender más los caminos del Señor”.
Pero, ese es el preciso momento cuando debemos detenernos y tratar de recuperar la humildad, y al igual que el patriarca Job quien no recibió una explicación acerca de su sufrimiento cuando luchaba por entender lo que estaba pasando (Job 1:5, 8), Dios de manera contundente siempre le indicó: “¿Te parece sabio discutir con el Todopoderoso?” (Job 40:2). Entonces, él respondió: “Indigno soy. ¿Qué te puedo responder? Más me conviene quedarme callado” (Job 40:4). El patriarca quedó sin palabras ante la grandeza de Dios.
- Sin importar que los caminos del Señor a veces parezcan misteriosos e incomprensibles, podemos descansar confiados en que son más elevados que los nuestros.
- Te agradecemos Señor porque Tú en verdad sabes qué es lo mejor para nosotros; aceptamos humildemente Tú voluntad.
HG/MD
“Y Job le respondió al Señor: Indigno soy. ¿Qué te puedo responder? Más me conviene quedarme callado” (Job 40:3-4-RVC).
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