Lectura: Filipenses 1:9-18

En la mayoría de culturas es normal iniciar el año deseándole a los conocidos y seres queridos dicha y parabienes. Por ejemplo, en Singapur suelen hacer cenas, en las que incluyen un plato típico con ensalada, aderezo, encurtido y pescado crudo, recibe por nombre Yu Sheng, que es un juego de palabras que suena parecido a “año de prosperidad”.  Por tradición, los que están presentes preparan juntos la ensalada y mientras lo hacen, se repiten ciertas frases para incentivar la buena suerte.

Nuestras palabras pueden ser muy sinceras y desear bendiciones y beneficios para otras personas en el año que comienza, pero no pueden garantizar que les vaya a ir bien a la hora de hacer el recuento al final del año.  Sin embargo, lo que si está bajo nuestro control es orar y ser de bendición para esas personas que conocemos y amamos, como es el caso de amigos y familia.

El apóstol Pablo, en su carta a los filipenses les expresa su sincero deseo de bien y oración al decirles: “que su amor abunde aún más y más en conocimiento y en todo discernimiento” (v.1:9); esta iglesia había sido de gran bendición y respaldo para él en su ministerio (v.1:7).  Aun así, él seguía motivándolos a seguir creciendo en amor hacia los demás.

Pablo no se estaba refiriendo a un “amor de palabra”, sino a un amor profundo que busca siempre el bien de los demás y tener cada vez una relación más profunda con Dios, y esto se consigue conociéndole cada día más.

  1. Desearles el bien a las demás personas es algo muy bueno, pero, debe ir más allá pidiéndole a Dios en oración que nos muestre cómo podemos ser instrumentos de su amor para con ellos.
  2. No nos quedemos en palabras, hagamos el bien por medio de obras de amor hacia otros sin esperar nada a cambio.

HG/MD

“Y esta es mi oración: que su amor abunde aún más y más en conocimiento y en todo discernimiento” (Filipenses 1:9).