Lectura: 1 Juan 1:5-10

Dos veces o más veces a la semana pasa por nuestra calle un camión que avanza muy lentamente y que se detiene en cada casa.   Este camión es capaz de tomar botes llenos de basura y vaciarlos en un espacio especial en la parte de atrás, y posteriormente los devuelve a su lugar luego de realizar esa operación. En algunos países las personas son quienes realizan el trabajo de recoger los botes y depositarlos en estos camiones especiales.   Muchos hemos tenido la mala experiencia, de que por algún motivo estos camiones dejan de pasar, y hemos percibido los malos olores que provienen de las bolsas de basura en descomposición, que se amontonan frente a las casas.   Cuando los camiones finalmente vuelven a dar su higiénico servicio nos mostramos realmente agradecidos.

No obstante, existe algo que apesta aún más que la basura en descomposición, es la basura espiritual que en ocasiones se acumula en nuestros corazones y mentes.  Podemos empezar rápidamente a hacer un recuento de esa basura: el odio, los chismes, la lujuria, la amargura, la pereza, etc. Todas estas cosas enferman, traen sufrimiento y destruyen; incluso las que consideramos como “buenas obras” o “conductas aceptables” apestarán al igual que la basura, si están contaminadas por nuestro orgullo egoísta.

La Biblia utiliza una pequeña palabra para referirse a la “basura espiritual”: pecado.  En la lectura de este día específicamente en el versículo 1 Juan 1:9, se nos describe la forma de deshacerse de esa basura: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”.  Reconocer o confesar, significa llamar a nuestros pecados por el nombre que Dios les da.  No debemos tener temor de revelárselos pues Él en realidad ya los conoce, el beneficio es para nosotros pues con ello nos ponemos en paz con nuestro Señor.

¡Gracias al Señor y a su servicio de limpieza de pecado que está abierto todos los días, sin importar la hora o el lugar!  Él quiere deshacerse de tu basura, la cuestión es: ¿Por qué no dejas que se la lleve?

  1. Hoy es el momento para confesar tus pecados delante del Señor, Él “…echará nuestros pecados en las profundidades del mar” (Miqueas 7:19).

 

  1. Puedes acercarte con tranquilidad y pedir perdón al Señor, Él desea ayudarte, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda más tenga vida eterna” (Juan 3:16)

 

HG/MD

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” – 1 Juan 1:9