Lectura: 1 Corintios 10:1-13

A mi esposa y a mi nos encantan los museos, con los años Dios nos ha permitido visitar algunos de los mejores; al recorrer estos lugares nos impacta la historia y el legado que contienen esas inmensas instalaciones.

Poder apreciar obras de arte y algunos artefactos que datan de miles de años más antiguos que cualquier cosa que hay en el Nuevo Mundo, nos hace pensar en lo valioso que es apreciar el pasado. La historia nos brinda un registro de perspectivas, contextos y consecuencias que pueden ayudarnos a tomar decisiones sabias cuando aprendemos de las victorias y los fracasos de aquellos que vivieron antes que nosotros.

El apóstol Pablo también apreciaba el valor de seguir las lecciones de la historia, y nos advirtió sobre la naturaleza destructiva de las malas decisiones, cuando relató la historia de su pueblo Israel y su peregrinación en el desierto por haberse negado a confiar en Dios para entrar en la tierra prometida (para más detalle puedes leer Números 14).

Luego de esto, el apóstol les dijo a los creyentes corintios: “Estas cosas les acontecieron como ejemplos y están escritas para nuestra instrucción, para nosotros sobre quienes ha llegado el fin de las edades” (1 Corintios 10:11).

Dios nos dio su Palabra escrita con el fin de ayudarnos a aprender de las experiencias y la historia de su pueblo. Las lecciones de las Escrituras contienen ejemplos y advertencias para protegernos de nuestras peores inclinaciones y para guiarnos a vivir de manera más sabia.

  1. ¿Aprenderemos de las lecciones del pasado o repetiremos los errores de quienes nos precedieron?
  2. La Palabra de Dios está ahí esperando para que a través de su lectura puedas aprender y poner en práctica los principios que te ayudarán a enfrentar la mayor de las aventuras: vivir para Cristo.

HG/MD

“Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para la enseñanza, para la reprensión, para la corrección, para la instrucción en justicia” (2 Timoteo 3:16).