Lectura: 1 Crónicas 22:1-19
El grupo coral de la iglesia había practicado por varias semanas una presentación que incluía varias piezas musicales. Pero, había una de ellas que era especialmente difícil y no lograban que se escuchara bien. El director del coro también estaba muy preocupado porque ensayaban los mismos compases una y otra vez y no salía como lo había planeado.
Luego de varios ensayos dijo: “Hemos realizado un trabajo muy fuerte estos días, y sé que están cansados al igual que yo. No nos queda mucho tiempo para la actividad donde daremos el concierto. “El 99% de las personas que nos escucharán no sabrán si cantamos bien o no esa parte de la canción…”. Entonces, los coristas empezaron a guardar sus partituras; sin embargo, él continúo diciendo: “Pero vamos a cantar bien para el 1% que si apreciará la diferencia”. La mayoría gruñó por un momento, pero luego volvieron a abrir sus partituras.
Cuando llegó el gran día, todo salió muy bien, por supuesto sabían que muy pocos habrían notado la diferencia si algo salía mal, pero eso no importaba, ya que, aunque ese día había una gran audiencia, comprendieron que Aquel a quien amaban llamado Jesús, merecía la mejor alabanza y habían hecho un trabajo con excelencia.
El rey David anhelaba con todo su corazón construir una casa para el Señor con la mayor magnificencia posible (1 Crónicas 22:5), y aunque no pudo construirla, antes de morir se aseguró que su hijo Salomón tuviera todo en abundancia, materiales de primer nivel, los artesanos más hábiles, en fin, todo lo necesario para construir el Templo de Dios (1 Crónicas 22:14-15).
- Cuando adoras a Dios, sólo lo mejor que tienes será digno de Él.
- Sin importar el trabajo que realices, tienes al más importante de la audiencia mirándote y animándote: Dios. ¡Haz tu mejor esfuerzo!
HG/MD
“Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estoy allí también estará mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará” (Juan 12:26).