Lectura: Hebreos 10:19-25
Hace algunos días pasamos por una tienda que tenía en exhibición anteojos de sol. Muchos de ellos eran bastante bonitos por su estilo, tamaño, forma, peso y sobre todo su bajo precio. Así que, por un momento pensé en la idea de comprarme unos.
No obstante, en ese momento mi esposa me dijo: “Estos no son anteojos de sol; son sólo lentes que están de moda, no tienen los filtros necesarios contra la luz ultravioleta o la luz azul que emiten muchos de los artefactos”. A lo que respondí de forma jocosa: “Ya sé. Pero es que me gustó cómo me quedaban”.
Realmente, a la mayoría nos gusta lucir bien. Queremos dar la impresión de que tenemos todo bajo control, que no tenemos problemas, luchas, temores, tentaciones, o angustias. Sin embargo, es un gran error tratar de mantener una fachada de perfección en nuestra peregrinación espiritual, esto no nos ayuda ni a nosotros ni a nuestros compañeros de viaje.
Compartir lo que nos sucede con otros miembros del cuerpo de Cristo nos beneficia a nosotros y a ellos. Cuando somos un poco más transparentes, podemos hallar personas que están luchando al atravesar una situación similar a la nuestra. Además, cuando nuestra comunión con Dios crece y tomamos más conciencia de nuestro quebrantamiento e incompetencia, Él puede utilizarnos para ayudar a los demás.
- Permite que Dios te quite toda clase de pretensión y trata de ayudar a otros que están pasando por tiempos complicados.
- En ocasiones nos deslumbramos por cosas o situaciones que parecen de poco costo pero que a la larga nos traerán mucho dolor y desilusión.
HG/MD
“Considerémonos los unos a los otros para estimularnos al amor y a las buenas obras” (Hebreos 10:24).