Lectura: Proverbios 11:17-25

Un hombre y su hijo fueron a un taller para hacer una reparación a su podadora de césped. El experto en reparación vio el aparato, lo examinó y en tan sólo 10 minutos había arreglado la podadora.

Al consultar el hombre cuánto debía, el dueño del taller le contestó: “No es nada, fue algo muy pequeño y lo hice con mucho gusto”.  No obstante, al hombre no le pareció aceptar aquella caridad, por lo que insistió en que al menos debía darle un pago de cortesía.

Una y otra vez el dueño no quiso aceptar el dinero, pero al final se le acabó la paciencia y le dijo al hombre: “¿No puede dejar que un extraño, simplemente porque le nació desde el fondo de su alma, haga algo por usted sin esperar nada a cambio?”

La respuesta del dueño de este taller nos debe hacer meditar profundamente, su mensaje fue corto, pero lleno de gozo y felicidad por dar; un verdadero ejemplo de lo que leemos en Proverbios 11:17: “El hombre misericordioso hace bien a su propia alma, pero el cruel se perjudica a sí mismo”.

Cuán beneficioso es para nuestras almas el ejercicio de la misericordia, el cual comienza en la mayoría de los casos, con el autosacrificio, pero sin dolor, ya que por el contrario produce en nuestros corazones el fruto de la paz y la alegría interior.

  1. Esta semana te desafiamos a ser amoroso y generoso con una persona que no lo esté esperando, descubrirás que al hacerlo te sentirás muy bien.
  2. Si quieres alegrar tu alma, acerca a los demás con el amor de Jesús.

HG/MD

 “El hombre misericordioso hace bien a su propia alma, pero el cruel se perjudica a sí mismo” (Proverbios 11:17).