Lectura: Hechos 9:10-22
En la mayoría de los trabajos existen compañeros que tienen el desagradable hábito de burlarse de las cosas de Dios y tomar su nombre en vano; incluso, cuando se dan cuenta de que una persona es recién convertida, se burlan de su nueva fe y tratan con todas sus fuerzas de que esos cristianos primerizos caigan en pecados.
Debido al comportamiento de este tipo de personas, tenemos que admitir que en nuestras mentes podemos llegar a creer que ellos nunca aceptarán a Cristo como Salvador, ya que, por su modo de pensar, los consideramos inalcanzables.
No obstante, hace algún tiempo me encontré con una de esas personas de mi pasado. ¡Nunca vi un cambio tan impresionante! Aquel ateo se había convertido en un ejemplo impresionante y real de lo que significa ser una “nueva criatura” en Cristo (2 Corintios 5:17). Hoy, cuando él comparte su testimonio sobre el cambio de vida, siempre indica: “Jesús me encontró donde yo estaba; con pecado y tal como yo era y aun así me amó”.
Al pensar en esto, podemos imaginar que esta era la forma en la cual los primeros creyentes veían al apóstol Pablo; pero, quien una vez fue su perseguidor, se convirtió en un ejemplo de lo que significa llegar a ser una nueva criatura (Hechos 9:1-22).
- ¡Qué gran esperanza brindan estas dos vidas para quienes piensan que la salvación no puede alcanzarlos!
- El amor de Jesús llegó hasta donde estaba Pablo, a aquel ateo, a mí y espero que a ti también. Y hoy sigue alcanzando a los “inalcanzables” y mostrándonos que nosotros también podemos llegar a ellos.
HG/MD
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).
0 comentarios