Lectura: Juan 15:1-8

John Warr, un aprendiz de zapatero del siglo 18, llegó a ser conocido como un fiel testigo de Cristo.  Cuando otro aprendiz fue contratado,  John habló en repetidas ocasiones con él, acerca de las cosas espirituales. El nuevo trabajador, no quería ser molestado con este tipo de charlas.  Sin embargo, un día fue capturado tratando de intercambiar un chelín falso (una moneda  inglesa de la época) por otra moneda real.  En su humillación, solicitó a John que le ayudara y orara por él. A lo cual John accedió.  A través del testimonio fiel de John Warr, este hombre llegó a depositar su fe en Cristo y se convirtió en un discípulo comprometido.

El joven aprendiz al que ayudó John se llamaba William Carey, el cual más tarde se convertiría en un muy fructífero misionero en la India.  La vida y el ministerio de Carey tuvieron una enorme influencia en la causa de la difusión del evangelio en todo el mundo en los tiempos modernos.

Jesús dijo en Juan 15:8: “Cuando producen mucho fruto, demuestran que son mis verdaderos discípulos. Eso le da mucha gloria a mi Padre”.   Esto podría ser desalentador muchos creyentes que no se atreven a  cantar, enseñar, incluso o ir al campo misionero.   Sus miedos y complejos les pueden estar impidiendo tener  un servicio fructífero para el Señor.

Si así es como te sientes, a continuación, toma coraje en el ejemplo de John Warr. Su impacto en un compañero de trabajo trajo la gloria a Dios y una bendición incalculable a multitudes de personas en todo el mundo.

  1. No tienes que cruzar los mares, o explorar tierras extranjeras, para compartir la Palabra de Dios con las almas necesitadas, las encontrarás al salir de tu puerta.
  2. Sé testigo de Cristo con tu vida, así como con tus labios.

NPD/VCG