Lectura: Mateo 16:21-28
Una de las tantas curiosidades que nos ha dado la historia, es la razón por la cual el río Chicago corre en sentido inverso. Y es que por muchos años los habitantes de la ciudad de Chicago tuvieron la mala costumbre de arrojar todos sus desechos directamente al río. Además, el agua sucia de las casas, de las cloacas y de las industrias se canalizaban hacia el río, mismo que desembocaba en el Lago Michigan.
Como el lago suministraba agua para el consumo en la ciudad, miles de personas se enfermaron y murieron antes del año 1900, cuando las autoridades decidieron cambiar la dirección de la corriente del río para que no fluyera hacia el lago, sino hacia el mar por medio de los ríos Des Plaines y posteriormente al Mississippi que desembocaba en el Pacífico. Por supuesto, con los años las autoridades fueron minimizando su problema ambiental, ya que esa tan sólo fue una medida paliativa.
Cuando observamos la vida de Jesús, puede parecer al revés de lo que cualquiera espera. El Rey de gloria vino al mundo como un bebé vulnerable. Al Dios encarnado lo acusaron de blasfemar. El único sin pecado fue crucificado como criminal. No obstante, Jesús vivió en la Tierra conforme a la voluntad de Dios (Juan 6:38).
Como sus seguidores, vestirnos de las actitudes y las acciones de Jesús puede sentirse “al revés” de lo esperado por la humanidad. Bendecir a nuestros enemigos (Romanos 12:14), priorizar la piedad sobre la riqueza (1 Timoteo 6:6-9) y gozarnos en las dificultades (Santiago 1:2), tal vez parezca contrario a la sabiduría terrenal. Sin embargo, Jesús afirmó: “… el que pierda su vida por causa de mí la hallará” (Mateo 16:25).
- No te preocupes si la vida que llevas a veces implica actuar al revés. Dios te dará la fuerza para honrarlo y seguir avanzando.
- Se requiere de valentía para ir en contra, “al revés”, de lo que dice el mundo, pero el precio lo vale porque estarás caminando por el camino correcto.
HG/MD
“Porque el que quiera salvar su vida la perderá, y el que pierda su vida por causa de mí la hallará.” (Mateo 16:25).