Lectura: 1 Tesalonicenses 5:1-11
Cuando se da una advertencia de huracán, los habitantes de las zonas donde impactará el evento reciben amplias advertencias por todos los medios posibles: radio, televisión, internet, etc.
El trabajo de los meteorólogos es realizar pronósticos para determinar el rumbo y la fuerza de las tormentas, a menudo con días de antelación; incluso ahora tenemos aplicaciones que nos ayudan a ver las posibles trayectorias de este tipo de eventos.
Dependiendo de la fuerza del fenómeno naturales, las advertencias van desde prepararse con algunos suministros extra: agua, comida, combustible, protección de ventanas, hasta incluso evaluar las zonas vulnerables en los casos más extremos. Sin embargo, la mayoría de las veces los sucesos no pasan a más, y cuando llegan estos fenómenos las personas ya están preparadas y a salvo en sus casas.
Cuando aceptamos las advertencias, nuestro comportamiento cambia, es por ello que debemos cambiar las rutinas por conductas más cuidadosas y de protección; esto es cierto tanto para las advertencias metrológicas, como para las espirituales. El apóstol Pablo les escribe a los creyentes en Tesalónica, y les recuerda que el día del Señor va a llegar de manera inesperada, tal como sucede con un ladrón en la noche (1 Tesalonicenses 5:2). Entonces su llamado de atención versa sobre la necesidad de permanecer alerta y mostrando dominio propio (v.6).
Este principio de mantenernos alerta está en línea con otros llamados realizados por el mismo Pablo en otras cartas (2 Timoteo 3:1-17; 2 Timoteo 3:1-9), y con las palabras de nuestro Señor en Mateo 24:44: “…estén preparados también ustedes, porque a la hora que no piensen, vendrá el Hijo del Hombre”.
- Debemos estar alerta a nuestras acciones y advertencias que recibimos, cambiando nuestro comportamiento si es necesario, ya que nuestra vida debe ser un testimonio vivo de lo que Jesús quiere hacer por medio de nosotros.
- El creyente debe estar presente en el gran escenario de la vida, no tan sólo ser un espectador inactivo.
HG/MD
“Por tanto, no durmamos como los demás sino vigilemos y seamos sobrios” (1 Tesalonicenses 5:6).