Lectura: Hebreos 13:1-9

Se ha dicho que una de las grandes epidemias del mundo occidental es la obesidad infantil, y en los últimos años se ha incrementado más que nunca, de hecho, en un estudio reciente de la Unicef se dice que 3 de cada 10 niños en América Latina sufre de sobrepeso, y los principales culpables de ese aumento perjudicial de peso son los malos hábitos alimentarios y la comida chatarra.

Se debe entender como comida chatarra a todos aquellos productos alimenticios que desgraciadamente saben bien, pero que carecen de valor nutritivo y que, por lo general, tienen un alto contenido calórico y de grasas.  Por ejemplo: las papas fritas, las bebidas gaseosas, los dulces, las galletas y muchos alimentos que se compran en restaurantes de comida rápida, tienen estas características.

Haciendo un símil de esta situación, también los creyentes pueden sufrir de un tipo de mal nutrición espiritual, y para evitarlo y tener un espíritu saludable, también debemos evitar la “chatarra espiritual”.

Debemos estar muy atentos y evitar a algunos mercaderes de la fe, falsos maestros que proclaman “un evangelio diferente” (Gálatas 1:6) o distorsionado, el cual incluye dentro de sus ingredientes la mentira de la salud y prosperidad a cambio de dinero, y la exhibición de falsos actos de espiritualidad.   Adicionalmente, debemos examinar algunas de las canciones y libros “cristianos” que también contienen doctrinas engañosas.  Al ingerir esta clase de “comida” quizás nos parezca que satisface el hambre interior, pero no producirá buena salud espiritual en ningún momento.

El libro de Hebreos nos indica lo siguiente: “No sean desviados por diversas y extrañas doctrinas; porque bueno es que el corazón haya sido afirmado en la gracia” (13:9).  Las falsas doctrinas perjudican nuestra salud espiritual, no pueden alejarnos del pecado, ni nos permiten crecer espiritualmente.

  1. Evitemos la chatarra espiritual; en su lugar, disfrutemos de la sana alimentación que nos ofrece la Palabra de Dios en cada momento de nuestras vidas.
  2. No existen atajos para el crecimiento, disfrutemos cada momento, aprendamos, lloremos, perdonemos, pidamos disculpas, compartamos, amemos y acerquémonos cada día más a Dios.

HG/MD

“Para que anden como es digno del Señor a fin de agradarle en todo; de manera que produzcan fruto en toda buena obra y que crezcan en el conocimiento de Dios” (Colosenses 1:10).