Lectura: Juan 16:17-24
Es probable que conozcas la lista de los siete pecados capitales que se formuló en el siglo vi: lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y soberbia. Pero quizá no sepas que la lista original compilada en el siglo iv también incluía el pecado de la tristeza. Con los años, este sentimiento desapareció del inventario.
Algunas personas son bendecidas con una disposición alegre; parece que siempre están contentas. Muestran una sonrisa constante, como si promocionaran una pasta dental. Sin embargo, hay otras que parecen sufrir de tristeza crónica; se quejan constantemente de la vida y de sus pesares. Ahora bien, ¿alguien puede negar que las aflicciones desaniman?
Si bien reconocemos que no todas las personas son bendecidas con perspectivas brillantes en la vida, debemos recordar que el gozo es una de las dádivas que Jesús les prometió a Sus seguidores. «Nadie os quitará vuestro gozo» (Juan 16:22). Recuerda que el gozo es parte del fruto del Espíritu Santo que mora en los creyentes (Gálatas 5:22). Pidámosle a Dios que nos ayude a ver más allá de las circunstancias angustiantes y que estimule nuestro corazón con la visión del gozo que nos aguarda (Hebreos 12:2).
1. Pidamos a Jesús que nos dé una nueva perspectiva en nuestra vida, en la que si bien es cierto que los problemas no desaparecerán, podemos estar convencidos de que el Señor nos aliviará la carga.
2. Tienes que poner tu confianza en manos del Señor y depender menos de ti mismo. Debes entender que si existen razones para estar feliz, el primero y más importante es que tienes a Dios que te ama.
«Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;
porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.»