Lectura: 1 Juan 2:15-29

A menudo es difícil entender por qué la gente se rinden ante ciertas tentaciones. Desde nuestro punto de vista, el problema debe ser fácil de manejar.

Podemos incluso preguntarnos cómo Adán y Eva podrían haber sido tan tontos para haber echado a un lado todo lo que Dios les había dado en la mañana de su existencia. ¿De seguro nosotros no hubiéramos caído tan fácilmente, o sí?

Parte del problema es que el tentador lleva un disfraz cuando se desliza en nuestras vidas. Como dice Mefistófeles en el drama de Fausto, «La gente no sabe que el diablo está ahí, incluso cuando los tiene por la garganta.»

La Biblia nos dice que la serpiente era «más astuta que todos los animales del campo» (Génesis 3:01). Ningún siseo (sonido que hacen algunas serpientes) siniestro o cascabeleo advirtieron del peligro.  No les preguntó: «Disculpen, ¿puedo tener 20 minutos para destruir el resto su vida?»

El enemigo público No. 1 utiliza las mismas tácticas de hoy, de la misma forma que las hizo en aquel entonces. La Palabra de Dios nos advierte que Satanás se viste como ángel de luz, y sus secuaces aparecen como ministros de justicia (2 Cor. 11:14-15). Debemos estar atentos para evitar que un impostor astuto cole en nuestras vidas.

1. ¿Amas las cosas del mundo? Pídale al Espíritu Santo que te ayude a vivir en estrecha comunión con Cristo (1 Jn. 2:28). No te dejes engañar por los disfraces de Satanás.

2. Cuando el pecado nos tienta y seduce, sus mentiras deben ser ignoradas; la fuerza para obtener la victoria, proviene de nuestra confianza en el Señor.

3. Necesitamos saber la verdad de Dios, para exponer las mentiras de Satanás.

NPD/HWR