Lectura: Marcos 4:35-41
Emilie, la esposa del pastor alemán del siglo XIX, Christoph Blumhardt, envidiaba la capacidad de éste para orar por sus feligreses y luego quedarse dormido sin esfuerzo alguno. Así que una noche ella le rogó, “¡Dime, cuál es tu secreto!”
Él le respondió, “¿Acaso es Dios tan impotente que mi preocupación ayudaría al bienestar de nuestra parroquia?” Luego añadió, “Llega un momento cada día cuando simplemente debemos dejar caer lo que nos pesa y entregárselo a Dios.”
Una tarde, Jesús y Sus discípulos estaban cruzando el Mar de Galilea. Agotado después de un largo día de ministerio, se quedó dormido en la popa de la barca. De repente se levantó una feroz ráfaga tan feroz que incluso los pescadores convertidos en discípulos del Señor se aterraron. Pero Jesús siguió durmiendo serenamente hasta que sus asustados seguidores lo despertaron, clamando, “Maestro, ¿no te importa que perezcamos?” (Marcos 4:38). Verás, Jesús tenía el hábito de encomendarse a Su Padre celestial. Habiendo hecho ese compromiso, podía dormir durante la turbulenta ráfaga.
Cuando las preocupaciones comienzan a roer a nuestra mente, entreguémoslas al Señor y no las tomemos de vuelta (1 Pedro 5:7). Ése es el secreto de la serenidad del alma cuando estamos en el mar tormentoso de la vida.
1. Entrégale hoy en oración a Jesús, todas tus penas, insatisfacciones, preocupaciones, eso sí, continua trabajando y confiando que Dios tiene un plan en todo lo que pasa en nuestras vidas, aunque no lo entendamos.
2. ¿Hace cuanto no pasas por un mar tormentoso en tu vida? El sufrimiento forma parte de la vida, forja y purifica nuestro carácter como el fuego al oro (1 Pedro 1:6-8), en la medida de lo posible no te quejes, mejor ora y entrega tus penas al Señor.
NPD/VCG