Lectura: Job 28:12-28

A finales de 1970, miles de hombres y mujeres se apresuraron al oeste americano.  Siguiendo la tradición de antiguos buscadores de oro de 1849,  dragaban los lechos de los ríos y los campos de oro, de repente toda la industria que acompaña esta labor reabrió sus puertas, las cuales desde hacía mucho tiempo estaban abandonadas.  La actividad, sin embargo, no fue provocada por nuevos hallazgos.  El mismo y viejo metal había estado allí todo el tiempo.  Todo esto se debió a que el valor del oro se había disparado, las viejas máquinas olvidadas ahora volvían a tener valor y eran apreciadas.

¿Supongamos que sabes que existían 100 libras de oro puro escondidas en algún lugar de las paredes de tu casa?  ¿Harías todo lo posible para encontrarla o no?

Ahora vamos a cambiar la situación. ¿Qué haríamos si supiéramos que existe una gran cantidad de sabiduría en nuestra casa?  ¿Harías todo lo posible para encontrarla o no? Dios nos dice que no hay nada comparable en valor, con los tesoros espirituales contenidos en la Biblia, ni siquiera el oro, a precios de locura (Job 28: 12-17).

Probablemente nos volveríamos locos buscando por todas partes en nuestra casa hasta  encontrar esas 100 libras de oro.  Sin embargo,  tenemos un tesoro aún más grande al alcance de nuestras manos, en donde podemos encontrar la mente y la voluntad de Dios.  Como sus seguidores, debemos tratar entender cada día más al Señor y debemos desarrollar un desprecio por el mal, la Biblia nos enseña cuál la verdadera sabiduría (v.28). Y su valor nunca ha sido mayor.

1. ¡Necesitamos una nueva fiebre, pero no por el oro, sino por Dios!

2. La sabiduría es la comprensión de lo que es realmente importante: Dios.

NPD/MDR