Lectura: Salmos 56:1-13
Hace algunos años, mientras estaba acostado en una cama de hospital, escuché a dos mujeres que hablan en una sala de espera fuera de mi puerta. Evidentemente, el marido de una de ellas se encontraba en estado crítico. Ella había estado bajo un estrés extremo y sentía una gran preocupación acerca de la recuperación de su esposo. Le dijo a su amiga: “¡Ya sabes, cuando estás tan preocupada como yo, sólo tienes que fumar!”
Eso me hizo pensar acerca de cómo las personas manejan sus miedos. Algunos recurren al alcohol, otros recurren a la comida, y otros a las ocupaciones. El salmista nos dio una mejor solución al problema del miedo. Él dijo: “Pero cuando tenga miedo, en ti pondré mi confianza» (Salmos 56:3). Es trágico cuando nos volvemos hacia algo que no sea el Señor para llenar nuestros vacíos o encubrir el dolor que estamos sintiendo.
Si hemos puesto nuestra fe en el Hijo de Dios, Jesucristo, podemos tener la confianza de que nuestro Padre Celestial nos observa y cuida en nuestras pruebas y ha prometido Su protección. En tiempos de angustia, podemos poner nuestra confianza en el Señor. Él quiere que nosotros le llamemos a Él, para que Él nos pueda animarnos con Su presencia y nos dé Su paz.
1. Como descansas en el Señor y confías en Él, será capaz de decir con el salmista: “cuando tenga miedo, en ti pondré mi confianza”
2. Cuando el miedo llama a tu puerta, deja que la fe abra.
NPD/RDH