Lectura: Salmos 13:1-6

Cuando vemos en los noticieros algunas historias de familias a las cuáles literalmente les fue arrancado uno de sus miembros, es difícil no sentir parte del dolor que estas personas están experimentando, y se vuelve más difícil cuando no se encuentra al ser amado, los meses pasan y las oraciones no tienen respuesta; es ahí cuando las preguntas comienzan a perforar la fe de muchos. En estos momentos difíciles somos más vulnerables a pensamientos y conclusiones equivocadas con respecto a Dios y la oración. 

En el salmo 13, David nos cuenta de su lucha por una oración no contestada, mediante la cual cuestiona la inseguridad que vivía en sus días y por ello suplica respuesta de parte de Dios. En este salmo David expresa toda su frustración “¿Hasta cuándo, oh Señor? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?”; no obstante, al final del salmo esos temores y dudas disminuyen, y muestra una actitud de mayor confianza.

Pero, ¿por qué se dio este cambio de parecer? Fue debido a que él recordó que las circunstancias por más complicadas que sean, nunca podrán disminuir el carácter de Dios y el cuidado que Él tiene para con sus hijos, David lo expresa extraordinariamente de esta forma: “Pero yo confío en tu misericordia; mi corazón se alegra en tu salvación” (v.5).  David sabía en Quién había creído y que, de acuerdo con Su perfecta voluntad, recibiría la mejor respuesta para su vida la cual debía aceptar con toda madurez, podría ser: sí, espera, o un no.

  1. Dios sí contesta a todas las oraciones, con un sí, espera, o un no; la verdadera pregunta es: ¿eres lo suficientemente maduro para aceptar Su respuesta?
  2. Cuando oras Dios te escucha atentamente.

HG/MD

“Gozosos en la esperanza, pacientes en la tribulación, constantes en la oración” (Romanos 12:12).