Lectura: Lucas 15:11-24
¡Cuán bonita es la vida de un cerdo! Lo único que hacen en todo el día es chapotear en el barro y comer alegremente. ¡Y qué clase de comida tienen! Alimento para cerdos o en ocasiones cualquier resto de alimento que se les deposite en su corral.
¿Suena increíble esa vida? ¿No? Es probable que al hijo pródigo tampoco le haya gustado.
Antes de empezar a comer con los cerdos, él había tenido una cálida cama, una gran herencia, un padre amoroso, un futuro asegurado y, posiblemente, muy buena comida. Pero esto no le bastó, quería “disfrutar” su vida y su juventud. Deseaba ser el dueño de su vida y hacer lo que se le antojara. Y finalmente toda aquella aventura terminó en un corral para cerdos, un lugar donde tenía que compartir la comida con estos animales.
Cuando un joven ignora la guía de sus padres y las instrucciones de la Palabra de Dios, los resultados son siempre los mismos, posiblemente por un tiempo todo vaya bien, pero finalmente llega la dura realidad.
Siempre es triste cuando alguien quien dice conocer a Jesús, decide vivir rechazando la clara enseñanza divina. Ya sea que las decisiones incluyan pecados sexuales, uso de sustancias adictivas, vagancia o cualquier otra cosa, quien deja de lado al Señor corre el riesgo de terminar mal, así que piensa muy bien si en algún momento pasa por tu cabeza desobedecer a Dios y a sus principios.
- Lucas cuenta que aquel joven dio un giro de 180 grados cuando entendió su error (Lucas 15:17). No pierdas la cabeza. Vive para Dios con la guía de su Palabra a menos que te guste comer cáscaras y desperdicios.
- Si desprecias los claros principios morales de la Biblia y descuidas tu comunión con Dios, seguramente enfrentarás problemas.
HG/MD
“Asimismo ustedes, jóvenes, estén sujetos a los ancianos y revístanse todos de humildad unos para con otros porque: Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes” (1 Pedro 5:5).