Lectura: Deuteronomio 8:1-3, 11-16

Se cuenta la historia de un hombre quien aparentemente lo tenía todo: éxito empresarial, una buena familia, salud, en fin, todo lo que una persona normal puede desear de la vida. No obstante, algo pasó y su lucrativo negocio quebró.

Poco después, este hombre perdió su riqueza y se deprimió. Con el tiempo, empezó a beber en exceso y su familia lo abandonó. En el peor momento de su vida, estaba en la calle, destruido y sin nada; y estando ahí en el valle de sombra y muerte, se recordó de su infancia y cómo su madre lo había llevado a la iglesia por algún tiempo, fue allí donde escuchó acerca de un Salvador, especialista en casos perdidos, así que buscó a ese Dios del que había oído en su niñez y lo encontró, a partir de ahí reconstruyó su vida y nuevamente pudo encontrarse con su familia, y compartir con otros sobre su viaje de vida cada vez que se presentaba la oportunidad.

El pueblo de Israel también aprendió algunas lecciones valiosas cuando Dios permitió que se quedaran sin hogar y rodeados de incertidumbre y peligros. Las dificultades les enseñó a ser humildes (Deuteronomio 8:1-18). Comprendieron que Dios supliría sus necesidades básicas. Cuando tuvieron hambre, les dio el maná. Y para calmar su sed, les dio agua de una roca. El Señor les enseñó que, a pesar de las dificultades, podía bendecirlos (Deuteronomio 8:1). Por último, aprendieron que la adversidad no es una señal de abandono, y Moisés les recordó que Dios los había guiado durante 40 años en el desierto (Deuteronomio 8:2).

  1. Cuando enfrentamos momentos de desesperación podemos buscar lecciones espirituales en medio de esas dificultades, lecciones que pueden ayudarnos a descansar en Aquel quien hace que todas las cosas obren para nuestro beneficio y para su gloria (Romanos 8:28).
  2. Otros también quieren oír con respecto a tu viaje de vida con Jesús, esa es una muy buena oportunidad para animar a los que están pasando por el valle de sombra y muerte, y para que comprendan que lo importante no es cómo se inicia, sino cómo se termina con Dios de nuestro lado.

HG/MD

“Y sabemos que Dios hace que todas las cosas ayuden para bien a los que lo aman; esto es, a los que son llamados conforme a su propósito” (Romanos 8:28).