Lectura: 1 Corintios 9:1-6
Se cuenta la historia de una joven pareja que no se ponía de acuerdo sobre el segundo nombre para su hijo. La mamá prefería llamarlo Salomón y el papá Shippe, ambos correspondían a nombres de familiares cercanos. Como finalmente no coincidieron en uno de los dos nombres, acordaron llamarlo “S” como segundo nombre. De ahí salió el nombre de uno de los presidentes más recordados en la historia estadounidense: Harry S. Truman (1884-1972).
En el libro de los Hechos, leemos también sobre otro tipo de desacuerdo que aconteció entre dos amigos, hablamos del caso de Pablo y Bernabé (Hechos 15). Bernabé quería que su sobrino Marcos los continuara acompañando en su viaje misionero, el cual tenía como objetivo visitar algunas de las iglesias que habían establecido o visitado en su viaje anterior (v.37). Sin embargo, el apóstol Pablo no quería llevarlo debido a un incidente previo con el muchacho, ya que los había abandonado en pleno viaje (v.38). Este desacuerdo fue tan fuerte que terminó con la separación de estos dos grandes hombres de la fe (v.39).
Si termináramos ahí la historia, podríamos sentirnos decepcionados de la terquedad de estos dos hombres de Dios, pero si seguimos leyendo otros libros del Nuevo Testamento, nos encontramos con un verso muy interesante que dice: “…Toma a Marcos y tráelo contigo porque me es útil para el ministerio” (2 Timoteo 4:11). Esto nos dice que este desacuerdo no duró para siempre, si leemos un poco entre líneas, nos daremos cuenta que muy posiblemente luego de un tiempo ambos hombres se reconciliaron (1 Corintios 9:6) y Pablo perdonó a Juan Marcos.
- Por supuesto que en la vida tendremos discusiones con las personas más cercanas, pero más importante que las discusiones es plantear una solución razonable.
- El odio y el rencor son dos cargas demasiado pesadas para llevarlas para siempre, perdona, así como el Señor nos lo ordenó: “Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mateo 6:12).
HG/MD
“Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mateo 6:12).