Lectura: Lucas 16:19-31
Un joven me contó una historia que lo impactó. Mientras caminaba por la playa, pudo observar de repente un movimiento en uno de los arbustos, al mirar más cerca se asombró cuando encontró un nido de tortuga marina del cual estaban eclosionando pequeñas tortuguitas que corrían en dirección al mar. Él intentó quitar algunos obstáculos que les hacía más difícil su camino hacia la ansiada meta; pero mientras hacía eso, de repente un grupo de aves se abalanzó sobre las pequeñas tortuguitas, y más de la mitad no pudieron lograrlo a pesar de que trató con todas sus fuerzas de espantar a las aves.
Mi amigo se sentía muy mal, pues al tratar de quitar obstáculos y maleza, lo que hizo fue hacer a las tortuguitas más visibles de sus depredadores con alas. Reflexionar sobre lo que había acontecido con las tortuguitas, lo hizo pensar mucho en su mortalidad.
Esto es algo en lo que muy pocos jóvenes piensan, pero es un tema en el que todos deberíamos pensar sin importar la edad que tengamos. La mayoría de personas no quieren admitir que no tienen garantizado un día más, e incluso si lo pensamos, ninguno de nosotros tiene garantizado un minuto más. Realmente no sabemos si viviremos un día o 100 años más.
Entonces, ¿por qué pensar en ello? Esto es porque sencillamente todos deberíamos estar preparados para reunirnos con nuestro Señor. La Palabra de Dios es muy clara al decirnos: “Y de la manera que está establecido que los hombres mueran una sola vez, y después el juicio” (Hebreos 9:27). Así que, si no estás preparado, es muy sencillo, acepta que tienes un problema que se llama pecado, cree que el único que puede darte una verdadera solución es: Jesús. ¿Por qué? Debido a que Él murió en la cruz por tus pecados y resucitó para liberarte del precio de muerte que tenía el pecado sobre ti.
1. ¿Estás preparado? ¿Qué esperas? Jesús quiere protegerte de las consecuencias del pecado.
2. La muerte puede llegar en cualquier momento, por eso debes estar preparado siempre. No obstante, tus mejores esfuerzos no te ayudarán para nada, por el contrario, pueden hacerte más susceptible al mal; el Único que puede darte seguridad verdadera es Jesús.
HG/MD
“Porque dice: En tiempo favorable te escuché, y en el día de la salvación te socorrí ¡He aquí ahora el tiempo más favorable! ¡He aquí ahora el día de salvación!” (2 Corintios 6:2)