Lectura: Salmos 127-128

En ocasiones cuando estamos en un lugar lleno de gente, como un centro comercial, o en un estadio, o en un parque, y alguien dice: “¡Papá!, volvemos a ver instintivamente a nuestro alrededor para ver a quien están llamando.  Aunque la mayoría de veces no tiene que ver con nosotros, esa es la naturaleza universal que tiene la palabra papá.

Debemos recordar la increíble responsabilidad y bendición que tienen los padres.  Todos los que contestan cuando alguien dice: “Papá”, tienen un hijo que les busca para encontrar protección, amor, guía, disciplina, amistad y mucho más.

El ser padres es sin duda el mejor trabajo de hombre.  El ser papá significa que Dios ha confiado un ser humano, la maravillosa tarea de instruir a sus hijos en Sus caminos (Prov.22:6), además de enseñarles el temor al Señor (Salmos 128).  Dios ha pedido a los padres que críen a sus hijos en disciplina e instrucción del Señor sin exasperarlos (Efesios 6:4).  Ha permitido la posibilidad de compartir la herencia de fe de con ellos, al poderles presentar a una edad temprana las verdades del evangelio.  A cambio todas esas tareas, ha bendecido a los padres con muchos abrazos y besos, tarjetas escritas con tinta de colores esparcida en el papel sin mucho cuidado, y les da oportunidad de escuchar de sus hijos decir la hermosa palabra: “¡Papá!”

Dios conoce las responsabilidades y los goces de la paternidad porque Él es nuestro Padre celestial.  Y como nuestro Padre nos da lo que necesitamos en la justa medida, ni más, ni menos, todo esto con el fin de que lleguemos a ser hijos e hijas que sigan fielmente Sus pasos.

  1. Un buen padre refleja el amor y disciplina de nuestro Padre Celestial.

 

  1. ¡Sé un buen Padre, muestra a tus hijos e hijas, las maravillas de la Palabra de Dios!

HG/MD

“He aquí, heredad del Señor son los hijos” Salmo 127:3