Lectura: Efesios 6:10-20

A un ministro le pidieron que visitara a una persona que se encontraba hospitalizada para que orara con ella.  Luego de terminar su visita pensó en lo bueno que sería si alguien asistía regularmente a orar por las personas que se encontraban hospitalizadas.

Ese “alguien” terminó siendo él.  Así que se prestó a incluir en su agenda una cita al hospital, pidió los permisos correspondientes y se le permitió ocupar una pequeña sala de descanso de los empleados; en la puerta de la sala puso el siguiente rótulo: “¡Oración gratuita!”  De repente tenía una fila de 15 personas que querían que orara con ellas y esto ocurría cada vez que asistía a su cita de todas las semanas.

Las personas muy a menudo piden que oremos por ellas, la pregunta es si realmente lo hacemos, a menudo nos parece más sencillo hablar de los problemas de las personas, que orar en verdad por y con ellas.

El apóstol Pablo nos hizo un llamamiento a tomar “toda la armadura de Dios” Efesios 6:13-17”, así como también nos indica que debemos estar: “orando en todo tiempo en el Espíritu con toda oración y ruego, vigilando con toda perseverancia y ruego por todos los santos” (Efesios 6:18).

Oswald Chamber (1874 –1917), decía lo siguiente con respecto a la oración: “En la intercesión no hay enredo ni peligro de vanidad u orgullo, es un ministerio oculto que da fruto, por medio del cual el Padre se glorifica”.

  1. La oración sincera es uno de los mejores regalos que podemos dar a otros. No te costará nada y los efectos pueden ser increíbles.
  2. Cada día tenemos una cita diaria con Dios, no faltes.

HG/MD

“Orando en todo tiempo en el Espíritu con toda oración y ruego, vigilando con toda perseverancia y ruego por todos los santos” (Efesios 6:18).