Lectura: 1 Reyes 12:1-15
En algunas de las sociedades africanas tradicionales, la sucesión al liderazgo es una decisión importante. Cuando un rey muere, se selecciona con gran cuidado al próximo soberano. Además de ser de la familia real, el sucesor tiene que ser fuerte, valiente y sensible. No sólo debe ser alguien que lidere, sino también que lo haga con una actitud servicial.
Ya sabemos que el rey Salomón tomó muy malas decisiones, y que además se preocupó por quién lo sucedería: “¿Y quién sabe si él será sabio o necio? Sin embargo, se enseñoreará de todo el duro trabajo con que me he afanado para hacerme sabio debajo del sol. También esto es vanidad” (Eclesiastés 2:19).
No obstante, su hijo Roboam, quien lo sucedió, demostró una falta terrible de buen juicio y terminó por hacer realidad el peor temor de su padre. Por ejemplo, cuando su pueblo le pidió condiciones de trabajo más humanas, era una oportunidad adecuada para que Roboam mostrara su liderazgo como servidor. Los ancianos le aconsejaron: “Si te constituyes hoy en servidor de este pueblo y les sirves, y al responderles les hablas buenas palabras, ellos serán tus siervos para siempre” (1 Reyes 12:7). Pero, de forma orgullosa el rey rechazó el consejo; no quiso buscar a Dios, su respuesta provocó la división del reino y aceleró el deterioro espiritual del pueblo de Dios (12:14-19).
- En el hogar, el trabajo, la iglesia o el vecindario, necesitamos la sabiduría divina para servir con humildad en lugar de ser servidos.
- Señor, ayúdanos a vivir con humildad y compasión, sirviéndote a ti a nuestros semejantes.
HG/MD
“Entre ustedes no será así. Más bien, cualquiera que anhele ser grande entre ustedes será su servidor” (Mateo 20:26).
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