Lectura: Juan 13:1-17

Un conferencista dijo la siguiente frase: “Lo opuesto al amor no es el odio; es el yo”.  Esta curiosa declaración nos hace recordar las palabras del apóstol Pablo en 2 Timoteo 3:1-4, donde recuerda las señales del fin de los tiempos. 

Una de esas señales dice que “habrá hombres amantes de sí mismos” (v.2).  Esto contrasta totalmente con el mandato de tener una actitud de servicio tal como la tuvo Jesús (Filipenses 2:5-8).

Cuando el Señor lavó los pies de sus discípulos, nos dio un gran ejemplo de servicio (Juan 13:15-17).  De la misma forma también nosotros, quienes nos identificamos con Él, debemos servir a otras personas desinteresadamente.

Se cuenta una historia de William Booth (1829-1912), fundador del ejército de salvación, la cual nos ilustra este principio.  Este hombre había sido invitado para hacer el cierre de la convención anual organizada por este ministerio, pero por razones de salud no pudo asistir; no obstante, en su lecho de enfermedad, logró escribir unas pocas líneas para las personas que estaban esperando escucharlo, el telegrama decía lo siguiente: “¡Sirvan a otros!”.

  1. Si tuviéramos que pronunciar unas palabras finales para nuestros seres queridos, ¿cuáles serían nuestras palabras? ¿Mostrarían orgullo o más bien serían un llamado para reconocer que somos seres dependientes de Dios y del servicio a nuestros semejantes?
  2. El verdadero gozo proviene de entender que Jesús debe tener el primer lugar en nuestras vidas y de dejar que Cristo crezca y el yo disminuya (Juan 3:30).

HG/MD

“Porque el Hijo del Hombre tampoco vino para ser servido sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45).