Lectura: 2 Corintios 5:1-9

Un viejo amigo me dijo algo que me sorprendió: “He estado casado con 6 esposas diferentes y ahora vivo con la número 7.  Todas son prácticamente iguales, pero la actual se ve mucho mayor que la primera.  Por extraño que parezca, mis siete esposas tienen el mismo carácter y a todas las he amado intensamente.  Y debo decirte algo más, mis primeras siete esposas no murieron, ni tampoco me he divorciado, ni me he vuelto a casar”.

Al finalizar el relato yo estaba sumamente confundido, pues nunca había conocido a ninguna otra persona que viviera con él excepto a su esposa.

Al verme totalmente confundido, me explicó su historia.  Había leído un artículo médico en el cual se decía que aproximadamente cada 7 años las células de nuestro cuerpo se desgastan (lógicamente algunas primero que otras); ese proceso metabólico provoca que tengamos un cambio completo de nuestros tejidos. Por lo tanto, en sus 44 años de vida matrimonial había tenido “7” cambios de “esposas”, aunque todas finalmente eran la misma persona.

Existe una realidad más grande que esa, llegará el día en el que este cuerpo, “el hombre exterior”, será desechado para siempre y recibiremos nuevos cuerpos espirituales que nunca se enfermarán, deteriorarán, o envejecerán; esto sucederá cuando lleguemos a nuestra nueva casa celestial (Filipenses 3:20-21).

  1. Que maravilloso sería si nuestro Señor viniera hoy, y terminara nuestro andar en este mundo temporal en el cual vivimos.
  2. Esta vida solamente representa un suspiro de nuestra eternidad.

HG/MD

“Por tanto, no desmayamos; más bien, aunque se va desgastando nuestro hombre exterior, el interior, sin embargo, se va renovando de día en día” (2 Corintios 4:16).