Lectura: Filipenses 2:1-11
Desde 1933 y hasta 1945, los nazis operaron más de mil campos de concentración en su propio territorio y en partes de la Europa ocupada por la Alemania nazi.
A lo largo de la historia de la Alemania nazi, se crearon más de 1000 campos de concentración, incluidos los subcampos, y se registraron alrededor de 1,65 millones de personas como prisioneros de esos campos en algún momento de la historia, aunque el número exacto no se puede saber.
Tras las victorias militares aliadas, los campos fueron liberados gradualmente en 1944 y 1945, aunque cientos de miles de prisioneros murieron en estos campos de exterminio. Esta ha sido una de las mayores tragedias de la historia humana, y tenemos múltiples testimonios escritos y verbales de valentía y perdón, de sobrevivientes de estos campos.
Desde una prisión en Roma, Pablo también les escribió a los cristianos de Filipos: “no considerando cada cual solamente los intereses propios sino considerando cada uno también los intereses de los demás” (Filipenses 2:4), y citó a Jesús como el gran ejemplo de abnegación y altruismo: “Cristo Jesús: Existiendo en forma de Dios, él no consideró el ser igual a Dios como algo a que aferrarse…se despojó a sí mismo…se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!” (Filipenses 2:5-8). En vez de buscar que se compadecieran de Él, Jesús dio todo lo que tenía para rescatarnos de la tiranía del pecado.
Nuestro constante desafío como seguidores de Cristo es ver a través de sus ojos y, fortalecidos en Él, suplir las necesidades de los demás, aun durante nuestras dificultades.
- Aprendamos del ejemplo de nuestro amado Salvador, quien nos modeló la valentía que debemos mostrar si somos perseguidos a causa de nuestra creencia en Él.
- El coraje para sobrellevar las pruebas de la vida proviene de Dios, pidámosle que nos fortalezca cuando esas situaciones sucedan en nuestra vida.
HG/MD
“No considerando cada cual solamente los intereses propios sino considerando cada uno también los intereses de los demás” (Filipenses 2:4).
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