Lectura: Romanos 10:1-16
El utilizar un estetoscopio y escuchar tu propio corazón, es una experiencia bastante extraña. Debido a que podemos escuchar claramente los ritmos constantes de ese órgano que comenzó a funcionar incluso antes de que abrieras los ojos y va a seguir latiendo hasta que mueras, estés o no consciente de ello.
Una enfermera del área de pediatría de un hospital, a menudo les permitía a sus jóvenes pacientes escuchar sus propios corazones. Un día mientras ella colocaba cuidadosamente el estetoscopio a un niño de 4 años, de nombre David, ella preguntó: “Escuchas. ¿Qué crees que oyes?” Él plegó sus cejas en una profunda reflexión y con una brillante sonrisa le preguntó, “¿Es Jesús llamando?”
Olvídense de la fisiología y dejen que el pequeño David sea su profesor por un momento. Desde el punto de vista de la salud espiritual y de nuestro destino eterno, tenía razón. Jesús, el Salvador crucificado y resucitado el Señor de la Gloria, de hecho, está llamando a la puerta de cada corazón humano. Nuestro corazón espiritual (cerebro si lo prefieres) es el centro de nuestro ser, el centro de control de la decisión y la elección (Apocalipsis 3:20).
- Si aún no lo has hecho, hoy mismo puedes invitar a Jesús para que sea tu Salvador personal, para que Él perdone tus pecados y limpie de tu corazón (Juan 3:1-16; Hebreos 10:22). También debes permitirle gobernar tu vida como Señor, orientando tus decisiones y acciones.
- Un corazón sano, late de amor por Jesús.
HG/MD
“Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se hace confesión para salvación” (Romanos 10:10).
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