Lectura: Proverbios 4:20-27

El corazón humano bombea a un ritmo de 70 a 75 latidos por minuto; aunque parezca muy pequeño y ligero pues suele pesar unos 300 gramos, un corazón saludable bombea cada día unos 7.500 litros de sangre a través de casi 100.000 kilómetros de vasos sanguíneos, y genera suficiente energía como para conducir un camión unos 30 kilómetros. En toda una vida, es el equivalente a un viaje de ida y vuelta a la luna. Un corazón saludable puede hacer cosas maravillosas. Por el contrario, si no funciona bien, todo el cuerpo se resiente.

Esto también puede decirse de nuestro “corazón espiritual”. En las Escrituras, el corazón representa el centro de nuestras emociones, pensamientos y razonamientos.  Algunos dirían que es el “centro de comando” de nuestra vida. Es por tal razón que la Biblia aconseja lo siguiente: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él emana la vida” (Proverbios 4:23). No obstante, muy a menudo nos es bastante difícil aceptar este consejo.

La vida siempre nos exige tiempo, energía y atención inmediata. En comparación, tomarse el tiempo para escuchar la Palabra de Dios y hacer lo que nos enseña quizá no parezca tan urgente. Tal vez no notemos de inmediato las consecuencias de este descuido, pero con el tiempo podemos llegar a experimentar un paro cardíaco espiritual.

  1. Necesitamos su Palabra para usarla con el fin de alinear nuestro corazón con el de Dios.
  2. Nuestros corazones espirituales necesitan alimentarse de la Palabra de Dios cada día.

HG/MD

“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él emana la vida” (Proverbios 4:23).