Lectura: Juan 20:1-8

Uno de los lugares más visitados en Rusia, es el mausoleo Lenin que está situado en la Plaza Roja de Moscú.  Personas de todo el mundo hacen filas pacientemente para visitar este mausoleo.

Aunque Lenin murió en 1924, en apariencia el cuerpo del líder comunista no ha sufrido descomposición alguna desde ese momento, pero un documental sacó a la luz la verdad, ya que existe todo un equipo de hábiles conservadores que mantienen el color artificial de su rostro y utilizan cera para rellenar cualquier imperfección que muestre su descomposición.

Desde un punto diametralmente opuesto, está la tumba de Jesús, y a pesar de que algunas personas han indicado que saben dónde fue sepultado, lo más importante de resaltar es que Su cuerpo no está.  El contraste es asombroso, su cuerpo fue crucificado, su muerte fue certificada por los soldados romanos, fue sepultado en un sepulcro cavado sobre la roca y lo único que dejó tras de sí fue su sudario, tal como una mariposa al abandonar su capullo, “Entonces llegó Simón Pedro siguiéndolo y entró en el sepulcro. Y vio los lienzos que habían quedado” (Juan 20:6).

Jesús está vivo, y gracias a Su sacrificio por tus pecados y Su resurrección, hoy mismo puedes tener vida eterna (1 Corintios 15:20-23).

  1. Sólo Jesús puede darte vida, no lo dudes, acepta lo que te ofrece: perdón, aceptación, esperanza, eternidad, entre otras muchas cosas que Él tiene para ti.
  2. La tumba vacía de Jesús es tu garantía de salvación.

HG/MD

“Esta es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que mira al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y que yo lo resucite en el día final” (Juan 6:40).