Lectura: Efesios 4:7-16

Luego de recibir una clase de piano la mujer viajaba de regreso a su hogar junto con su pequeña hija de 7 años.  Mientras estaba haciendo el último alto cerca de la casa, un chofer alcoholizado las embistió y debido al impacto su auto dio vueltas hasta que finalmente quedó volcado boca arriba y ambas quedaron atrapadas en la carrocería.

En ese momento el vehículo alzó llamas y muchas personas corrieron a auxiliarlas, algunos trajeron extintores mientras que otros buscaron la forma de liberarlas; dichosamente luego de minutos angustiantes lograron su cometido.  Posteriormente, durante entrevistas que realizaron los medios en el lugar, una de las personas que ayudó a las mujeres dijo: “De algún modo, todos participaron. Fue el poder de la gente lo que salvó a esta mamá y a su hija de una muerte segura”.

En nuestra lectura devocional en Efesios 4, leímos sobre las herramientas para la unidad y el crecimiento de la familia de Dios, con que nos ha provisto el Señor. Él ha dado a cada creyente un don especial de su gracia (Efesios 4:7) para un propósito específico: “…todo el cuerpo, bien concertado y entrelazado por la cohesión que aportan todos los ligamentos, recibe su crecimiento de acuerdo con la actividad proporcionada a cada uno de los miembros para ir edificándose en amor” (Efesios 4:16).

A cada uno de los miembros de la familia de Dios nos han dado tareas que tenemos que realizar; no hay espectadores. Lloramos y reímos juntos; compartimos las cargas; oramos unos por otros y nos alentamos; nos desafiamos y nos ayudamos a alejarnos del pecado.

1. Oremos a nuestro Señor para que nos guíe hacia el rol que tenemos que realizar en Su familia.
2. Seamos proactivos, todos podemos bendecir a otros con nuestro servicio.

HG/MD

“De parte de él todo el cuerpo, bien concertado y entrelazado por la cohesión que aportan todos los ligamentos, recibe su crecimiento de acuerdo con la actividad proporcionada a cada uno de los miembros para ir edificándose en amor” (Efesios 4:16).