Lectura: Juan 3:1-15
Cuando una persona se presenta para dar testimonio ante un tribunal de justicia, comúnmente se le realiza la pregunta: “¿Jura usted, decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad?”. Anteriormente se incluía la frase: “o que Dios me castigue, si no digo la verdad”; sin embargo, hoy día todo está tan secularizado, que se ha excluido a Dios en este tipo de instancias.
Decir la verdad ante un tribunal de justicia, es absolutamente esencial debido que puede determinar el destino de una persona, sea inocente o culpable; en algunos países puede significar la diferencia entre la vida y la muerte, o muchos años de prisión.
Al leer nuestra lectura devocional, nos encontramos con una conversación que ocurrió en medio de la noche entre Jesús y Nicodemo, sobre un tema transcendental: el nuevo nacimiento y la vida eterna. El Señor hace uso de una afirmación que implica un juramento: “De cierto, de cierto…” (Juan 3:11). El uso de la palabra griega – ἀμὴν: Amen, Amen, también se puede traducir como: “verdaderamente, verdaderamente”, “de verdad, de verdad”, o “te digo la verdad”. En el evangelio de Juan se utiliza esta frase más de 25 veces.
El Señor no decide usar esta frase por simple casualidad, Jesús no habló por Dios, era Dios mismo; de todas las personas que hablaron en la Biblia, solamente Jesús agrega la palabra amen a sus propias afirmaciones, declarando con esto que tenía la autoridad para ratificar que su enseñanza era confiable y verdadera.
1. Puedes estar seguro de que las palabras de Señor para nuestro tiempo son completamente verdaderas, son la verdad y nada más que la verdad, así que créelas y obedécelas. ¡Saber la verdad es cuestión de vida o muerte!
2. Jesús en sí mismo es la verdad, no necesitamos nada más (Juan 14:6).
HG/MD
“De cierto, de cierto te digo que hablamos de lo que sabemos; y testificamos de lo que hemos visto. Pero ustedes no reciben nuestro testimonio” (Juan 3:11).