Lectura: Proverbios 8:1-36

Durante una visita a la ciudad de Chicago, me quedé en el piso 25 de un hotel del centro. Mientras miraba por la ventana, estaba fascinado por el laberinto de coches que fluían por los cuatro carriles de las calles en direcciones opuestas.

De repente pude divisar a un automovilista que enfrentaba una situación de emergencia. Tenía problemas con el motor de su auto y se detuvo en medio de todo ese tráfico. Desde mi punto de vista podía distinguir muchos cuadrantes de la ciudad.  Y observé como muchos conductores cambiaban su carril en dirección al mismo carril donde se encontraba el auto detenido, sin darse cuenta de lo que les esperaba delante de ellos.  Pensaban que estaban ganando tiempo, sin embargo estos automovilistas tan sólo unos metros más después, se daban cuenta que su maniobra sólo significaría una mayor demora.

A medida que caminamos a lo largo de camino de la vida, hacemos lo mismo cuando tomamos vías equivocadas.  Al tener un punto de vista limitado muchas veces seleccionamos rutas que a nuestro parecer son mejores, no obstante sólo implican un avance temporal que nos lleva en una dirección llena de retrasos y angustia.   Pero, ¡cuán tranquilizador es que podamos poner nuestra mirada en Aquel que está por encima de todo, el cual conoce el fin desde el principio! Por ello, el autor de Proverbios pudo decir:

“¡Escuchen cuando la Sabiduría llama!  ¡Oigan cuando el entendimiento alza su voz! La Sabiduría toma su puesto en las encrucijadas, en la cumbre de la colina, junto al camino. Junto a las puertas de entrada a la ciudad, en el camino de ingreso, grita con fuerza: “¡A ustedes los llamo, a todos ustedes! Levanto mi voz a toda persona.” Prov.8:1-4 (NTV)

  1. Cuando el Señor te indique que tienes que detenerte o que necesitas hacer un “cambio de carril” o “esperar”, debemos obedecer de buena gana.
  2. La mejor manera de conocer la voluntad de Dios es decir: “yo quiero obedecerte Señor”.

NPD/RDH