Mártires de la Fe
Siembra la Palabra de Dios
Rosa, Cuba, 1999
Nací en un hogar comunista donde nadie siquiera mencionaba la palabra Dios. Recuerdo que cuando era una niña pequeña veía un inmenso retrato de Fidel Castro (difunto líder de la revolución cubana) en mi sala.
Mis padres eran ateos. Mi padre solía ser un representante de una organización muy importante llamada Unión de Jóvenes Comunistas.
Ahora está en el liderazgo del Partido Comunista de Cuba. Mi madre es secretaria del Comité de Defensa de la Revolución. En resumen, mi hogar es un “nido” comunista. Sin embargo, mi bisabuela ama a Dios y ha sido fiel a Dios a través de todos estos años. Solía hablarme del Señor y sembraba semillas de la Palabra de Dios. En varias ocasiones trataba de ir a la iglesia con ella, pero no me lo permitían.
Años más tarde mis padres se divorciaron y entonces mi madre me permitió ir a la iglesia, sin el consentimiento de mi padre. De cualquier manera, cuando cumplí doce años de edad mi madre trató de apartarme del Señor, organizando e invitándome a fiestas. Me aparté del Señor viviendo de esa manera. Sin embargo, mi bisabuela perseveró en la oración por mí.
Un día fui a la iglesia y recibí al Señor Jesús, como mi Salvador. Mi vida comenzó a cambiar; incluso mi manera de comportarme cambió por completo. Mi madre no lo aceptó. Nunca antes me había golpeado, pero ahora lo hacía con frecuencia. Cuando mi padre supo que era creyente, me dijo que escogiera entre Dios y él. Escogí al Señor porque comprendí que Él es lo único realmente valioso para mí. Sé que Dios es fiel, que me cuida y que está haciendo cosas maravillosas por mi familia.
“Mi madre se casó de nuevo con otro comunista. Él tiene un hijo de cinco años de edad. Ellos no me permiten hablarle del Señor ni ir a la iglesia, pero de todas formas yo le hablo del amor de Dios. A veces lo escucho alabando al Señor.
“Ahora aun cuando sólo tengo 14 años de edad, y me obligaron a estudiar lejos de mi hogar. La primera vez que vine a este lugar era la única cristina, pero he sembrado la Palabra de Dios y ahora somos cuatro. Nos reunimos debajo de un árbol, ocultos, para hablar de la Palabra de Dios. En tales momentos sentimos la presencia del Señor de una manera especial. Seguimos sembrando y esperando que pronto seamos muchos.
Dios es fiel, nunca olvida a sus hijos. Por favor, ore por mí y otros a que están en mi misma posición. No es fácil seguir al Señor en un país tan hostil a Él y donde la oposición no solo viene del sistema, sino de nuestros hogares. Nuestros padres están ciegos con este sistema ateo y no comprenden que crecemos y hacemos nuestras propias decisiones. La mía es Jesús. ¡Seré fiel aunque me cueste la vida!”
“Por tanto, Jesús decía a los judíos que habían creído en él: Si ustedes permanecen en mi palabra serán verdaderamente mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres. Le respondieron: Somos descendientes de Abraham y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Llegarán a ser libres”? Jesús les respondió: De cierto, de cierto les digo que todo aquel que practica el pecado es esclavo del pecado. El esclavo no permanece en la casa para siempre; el Hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo los hace libres, serán verdaderamente libres.” Juan 8:31-36
Tomado de: Locos por Jesús – Vol. II. Pág. 87-89