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Nuestros teléfonos hoy día, van a donde sea que vayamos. Y eso significa que la mayoría de nosotros dormimos con nuestros teléfonos. En la habitación, nuestro teléfono nos despierta, registra nuestros patrones de sueño, y nos hace disponibles en caso de una emergencia. Todos estos beneficios son maravillosos. El problema viene cuando nuestro teléfono está al alcance de la mano y lo tomamos fuera de lo habitual para revisar el correo electrónico y las redes sociales estando aun en nuestro estado semiconsciente de la inercia del sueño —antes de que nuestros ojos somnolientos puedan abrirse completamente—. En nuestra encuesta de 8 mil lectores de desiringGod.org, más de la mitad (54%) admitió que revisaba regularmente su teléfono inteligente minutos después de levantarse por la mañana. Entonces nos preguntamos, si es más probable que tu revises el correo electrónico y las redes sociales antes o después de tus disciplinas espirituales en una mañana típica, el 73% dijo que antes. Aquí está el desglose por edad y sexo.
No necesitamos ver tablas para saber que somos rápidos para Facebook y lentos para Dios, y este impulso es un problema si John Piper tiene razón cuando dice: «Siento que tengo que ser salvado todas las mañanas. Me despierto y el diablo está sentado en mi cara”. Esa es una manera sorprendente de referirse al reto diario de la vida cristiana. Dicho de otra manera, en lo primero que sea que centramos nuestros corazones en la mañana, eso moldeará nuestro día entero. Entonces, ¿por qué somos tan rápidos para consultar el correo electrónico y las redes sociales en la mañana, y tan lentos para pasar tiempo intencionalmente con Dios en su palabra y en oración? Y ¿podemos encontrar un mejor camino en lo adelante en las páginas de la Escritura? Le pregunté a John Piper. Lo que está a continuación, es una transcripción editada y abreviada de lo que él dijo. ¿Por qué somos tan prontos para hacer clic en nuestros teléfonos antes de hacer cualquier otra cosa? Pensé en seis posibles razones que emergieron tras analizar mi corazón y tentaciones. Me parece que todas estas seis cosas tienen su origen en el pecado, en lugar del deseo de servir a los demás y saborear a Dios. Y lo describo así porque yo creo que el gran mandamiento establece la agenda de nuestras mañanas, tardes y noches. Debemos amar a Dios con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza cuando nos despertamos por la mañana. Y hemos de prepararnos para amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mateo 22:37-40). Muy pocos de nosotros se despierta con el impulso en el alma de amar a Dios y amar a la gente. Esta disposición requiere una reorientación —por decirlo suavemente— por medio de la palabra de Dios y la oración. Así que, aquí están mis seis suposiciones sobre por qué muchos de nosotros estamos atraídos casi de manera adictiva, a revisar nuestros teléfonos cuando nos despertamos por la mañana. Los primeros tres los llamo motivos golosina. Los últimos tres los llamo motivos evasivos.
Razón 1: La golosina de la novedad
Simplemente nos encanta escuchar qué hay de nuevo en el mundo y que hay de nuevo con nuestros amigos. ¿Qué pasó desde la última vez que miramos el mundo? A la mayoría de nosotros nos gusta ser el primero en saber algo, y de esa manera, no tenemos que asumir la posición humilde de que se me diga algo que la gente inteligente, conocedora y actualizada ya sabe. Entonces, tal vez podemos asumir el papel de ser el informante, en lugar de ser el pobre ignorante que necesita ser informado de lo sucedido y que si hubiera sido lo suficientemente inteligente ya habría estado en sus redes sociales más temprano.
Razón 2: La golosina del ego
¿Qué ha dicho la gente a cerca nosotros desde la última vez que revisamos? ¿Quiénes se han dado cuenta lo que hemos hecho? ¿Quiénes nos han re-tuiteado? ¿Quiénes nos mencionaron, o dieron «me gusta» a una publicación, o quién empezó a seguirnos? En nuestra condición caída y pecaminosa, el ego humano siente gozo excesivo cuando está siendo atendido. Algunos de nosotros estamos lo suficientemente heridos, somos lo suficientemente débiles, frágiles, inseguros, que cualquier poca mención que se haga de nosotros nos hace sentir bien. Es como si alguien nos besara.
Razón 3: La golosina del entretenimiento
En el Internet, hay un sinfín de fotos, citas, videos, historias y enlaces que son fascinantes, raros, maravillosos, impactantes, cautivadores, y lindos. Muchos de nosotros ahora somos casi adictos a la necesidad de algo sorprendente, extraño, extraordinario y sorprendente. Así que, al menos esos tres motivos golosina están trabajando en nosotros, cuando despertamos por la mañana y tenemos estas ansias que buscamos satisfacer con nuestros teléfonos. Luego, hay tres motivos de evasión. En otras palabras, estos no son deseos positivos por algo; éstos se enfrentan a cosas en la vida que simplemente queremos evitar por otros cinco minutos.
Razón 4: Evasión del aburrimiento
Nos despertamos por la mañana y el día que tenemos por delante nos parece aburrido. No se avecina nada emocionante en nuestro día y hay pocos incentivos para salir de la cama. Y, por supuesto, el alma humana aborrece el vacío. Si no hay nada significativo, positivo y esperanzador en frente de nosotros para llenar el lugar en forma de esperanza en nuestras almas, entonces, vamos a utilizar nuestros teléfonos para evitar entrar a ese aburrimiento.
Razón 5: Evasión de la responsabilidad
Cada uno de nosotros tiene un rol: padre, madre, jefe, empleado, lo que sea. Hay cargas que vienen a nosotros en el día en que son pesadas. La responsabilidad se detiene con nosotros. Hay decisiones que tomar sobre nuestros hijos, la casa, el auto, las finanzas, y docenas de otras cosas. La vida está llena de responsabilidades importantes, nos sentimos inadecuados para ellas, y estamos mintiendo allí en la cama sintiendo miedo —tal vez incluso resentimiento— de que la gente pone mucha presión sobre nosotros. No nos sentimos atraídos por este día, y preferimos evitarlo por otros cinco o diez minutos. Y ahí está el teléfono para ayudarnos a posponer el día.
Razón 6: Evasión de las dificultades
Puedes estar en una etapa de la vida donde lo que ves cuando te levantas de la cama no es sólo aburrimiento y no sólo responsabilidad, pero un gran conflicto relacional, o problemas de enfermedad o discapacidad en el hogar, amigos que están en tu contra, o dolor en tu propio cuerpo, en las articulaciones y apenas puedes levantarte de la cama porque te duele tanto en la mañana, y es más fácil permanecer allí un poco más. Y el teléfono da la salida.
Pensando en otra dirección
Así que estas son mis seis suposiciones del porqué muchos de nosotros somos atraídos casi adictivamente a consultar con nuestros teléfonos cuando nos despertamos por la mañana —motivos golosina y motivos evasivos—. Pero piensa en esto. Supongamos que abres el teléfono de inmediato por la mañana. ¿Qué pasa si eres el primero de enterarte de una mala noticia? ¿Y si en tu búsqueda de la golosina ego, encuentras gente que rechaza tu ego, y gente que te ha odiado durante toda la noche? ¿Y qué si te pasas cinco minutos entreteniéndote a ti mismo felizmente por la mañana, en lugar de enfrentar las responsabilidades del día inmediatamente, y te das cuenta al final de esos cinco minutos que éstos te han drogado y te han reducido a ser una persona tonta, degradada, de mente estrecha, hueca e inmadura? ¿Valió la pena? ¿Y qué si te toma cinco minutos evitar el aburrimiento, la responsabilidad y la dificultad del día sólo para encontrar al final de esos cinco minutos de evasión, que eres espiritual, moral y emocionalmente menos capaz de hacer frente a la realidad del día? ¿Valió la pena? Lo que queremos en nuestra rutina de la mañana es ser llenados con el Espíritu Santo. Queremos algo que nos de celo por la gloria de Cristo por la labor del día. Queremos ser fortalecidos para afrontar lo que el día traerá. Queremos algo que nos dé el coraje gozoso para determinarnos a considerar a los demás como superiores a nosotros mismos y perseguir la verdadera grandeza, como Jesús dijo, convirtiéndose en el servidor de todos (Mateo 20:26-28). Esa es nuestra verdadera agenda de la mañana.
Necesitamos nuestras mañanas
Muy pocos de nosotros se despierta con fortaleza para hacer todas esas cosas gloriosas. Así que el nuevo camino en la mañana, creo, se presenta en los Salmos.
“Oh Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana presentaré mi oración a ti, y con ansias esperaré” (Salmos 5:3).
Deja que lo primero que salga de tu boca por la mañana, mientras estás todavía en la almohada, sea un clamor a Dios: «Te amo, Señor. Te necesito, Señor. Ayúdeme, Señor». Ese es el primer clamor que sale de mi boca por la mañana. Te necesito de nuevo hoy. Luego, presentaré mi oración a ti, y con ansias esperaré. Creo que ese sacrificio es mi cuerpo y mi atención dedicada a Él. ¿Espero que el Señor aparezca y haga qué? ¿Qué es lo que estoy esperando?
“Por la mañana hazme oír tu misericordia, porque en ti confío; enséñame el camino por el que debo andar, pues a ti elevo mi alma” (Salmos 143:8).
Así que estoy en búsqueda de la misericordia de Dios. Y estoy a la expectativa de ver ese amor en su Palabra.
“Sácianos por la mañana con tu misericordia, y cantaremos con gozo y nos alegraremos todos nuestros días” (Salmos 90:14).
Así esperamos en la palabra inspirada de Dios para ver las revelaciones de su amor constante y su guía para nuestras vidas con un profundo sentimiento de satisfacción en nuestras almas, ya que Él es hermoso y tiene cuidado de nosotros.
“Mis ojos se anticipan a las vigilias de la noche, para meditar en tu palabra” (Salmos 119:148). “¡Cuán preciosos también son para mí, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán inmensa es la suma de ellos! Si los contara, serían más que la arena; al despertar aún estoy contigo” (Salmos 139:17-18).
Esta noche, antes de ir a la cama, toma algunas decisiones y haz planes para liberarte de las “golosinas” y los hábitos evasivos que han estado arruinando el potencial de fortalecer tus mañanas.
Un articulo original de DesiringGod.org | Traducido por Alicia Ferreira de Díaz