Lectura: Juan 5:17-30

Un anuncio televisivo de una compañía aseguradora, presentaba a un distinguido hombre de negocios, mientras cruzaba distraídamente una transitada calle de una importante ciudad.  En el anuncio, el ejecutivo salta rápidamente a la acera al tiempo que un auto avanza en la misma dirección que él.  De repente, todo se torna blanco, mientras la cámara enfoca su rostro al decir: “Por poco, no pensé que me salvaría de esa”.  En ese momento se habría la escena y se podía observar a una muchedumbre rodeándolo, mientras él estaba tirado en la acera, y dos hombres vestidos de blanco se le acercaban diciéndole: “¡No te salvaste!”

Luego de esta escena, se podía observar a los tres hombres caminando juntos, mientras el hombre de negocios le decía a sus acompañantes que al menos tenía paz mental porque su familia estaba protegida por un seguro.  Como en la mayoría de estos anuncios, lo verdaderamente gracioso es el final; ya que mientras el hombre y sus acompañantes subían por una escalera hacia las nubes, decía con alivio: “¡Cuanto me alegro de que vayamos para arriba!”

Esta última línea fue incluida en este comercial, para darle cierto tono chistoso, sin embargo tiene un significado más decisivo, pues plantea la cuestión del cielo y del infierno, lo cual nos recuerda las palabras de nuestro Señor Jesús en Juan 5:17-20, al decir que no todo el mundo “va para arriba”.  Más precisamente dijo que algunos experimentarán: “resurrección de vida” y otros “resurrección de condenación” (v.29).  Jesús es el Único que nos puede dar vida eterna a todos lo que hemos confiado en Él.

  1. ¿Has considerado seriamente la oferta de salvación de Jesús? ¿Por qué aun no has puesto tu confianza en Él? Si lo haces, podrás decir con confianza: “¡Cuanto me alegro de que vayamos para arriba!”
  1. Si consideramos importante encontrar la razón por la que estamos aquí, el lugar donde vamos a pasar la eternidad es en verdad lo más importante.

HG/MD

“De cierto, de cierto les digo que el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna. El tal no viene a condenación sino que ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24).