Lectura: Levítico 19:32-37

El reconocido Contador Público Marvin Strait, quien tiene entre sus atestados haber sido presidente del Instituto Estadounidense de Contadores Públicos, en uno de sus tantos discursos sobre ética empresarial y bases para el éxito ante líderes empresariales dijo: “Las personas quieren hacer negocios con personas en quienes puedan confiar.  Es el fundamento del sistema de la libre empresa”.

Desgraciadamente, a pesar de tan sabias palabras, cada vez es más común ver escándalos corporativos y la confianza en las personas que nos gobiernan está cada día más en entredicho.  Por esta razón hoy más que nunca es necesario incluir en nuestra vida, trabajos y negocios, la ética bíblica que nos enseña sobre valores como la honestidad y la justicia.

En el pasaje que leímos hoy en Levítico 19:36, encontramos las siguientes palabras: “Tendrán balanzas justas, pesas justas y medidas justas…” y en el Nuevo Testamento el apóstol Pablo en Efesios 4:25-28, nos habla del valor de la honestidad en todo lo que decimos, la verdad debe caracterizar a los que hemos puesto nuestra fe y confianza en Dios.

Una excelente forma de evaluar nuestros actos y decisiones, es preguntarnos: ¿Nos daría vergüenza que nuestra familia se enterara de lo que hacemos?  ¿Dios aprobaría los caminos por dónde ando? ¿Estoy beneficiándome de situaciones no éticas o ilegales?

Así que, si queremos andar como es digno del Señor, vivamos de la siguiente manera: “En cuanto a lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si hay algo que merece alabanza, en esto piensen” (Fil.4:8).

  1. El andar honesto no es solamente la mejor manera de vivir, es la única manera de vivir para el creyente. El Señor desea que vivamos vidas íntegras que lo glorifiquen.
  2. Cuanto más le permitimos a Dios tomar parte de nuestras vidas, más tranquilos y felices viviremos.

HG/MD

“Por lo tanto, habiendo dejado la mentira, hablen la verdad cada uno con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros” (Efesios 4:25)