Lectura: 2 Tesalonicenses 3:6-15
El apóstol Pablo pronunció palabras muy duras, en contra de la falta de compromiso con el que las personas hacían las cosas, “…que, si alguno no quiere trabajar, tampoco coma” (2 Tesalonicenses 3:10). Algunas muy pocas circunstancias hacen que sea imposible trabajar, por ejemplo, una enfermedad. Pero si estamos aptos físicamente bien, deberíamos trabajar siempre con energía y diligencia.
Este no es tan sólo un consejo por parte de las Escrituras, es un mandato inspirado por nuestro Señor: “…les ordenamos y les exhortamos en el Señor Jesucristo que trabajando sosegadamente coman su propio pan” (v.12). La pereza sin duda es un pecado.
En esta misma línea, Pablo también habló a todos los creyentes: “…no se cansen de hacer el bien” (v.13). Sin importar el tipo de trabajo que realicemos sea pequeño o grande, muy complicado o simple, debemos hacerlo de corazón, “como para el Señor” (Colosenses 3:23).
Es normal que en ocasiones nos cansemos del trabajo que realizamos, y depende del momento, hasta meditemos la opción de darnos por vencidos; pero, en la mayoría de los casos estas situaciones con momentáneas y las superamos si entendemos que en realidad estamos trabajando para nuestro Señor, tal como lo indica el mismo Pablo en la carta a los Efesios: “Sirvan de buena voluntad, como al Señor, no como a los hombres” (Efesios 6:7).
Dios es en verdad nuestro Jefe y Señor, sabe lo que hacemos y decimos, todo el tiempo valora nuestro esfuerzo y la razón por la cual lo hacemos, aun aquellas que creemos que nadie aprecia.
Se cuenta la historia de que uno de los ayudantes del gran artista Miguel Ángel, le preguntó mientras pintaba uno de los rincones de la Capilla Sixtina: ¿Por qué maestro pone tanto empeño en esta parte de la pared que muy pocas personas apreciarán? Él contestó: “¡Dios la va a ver!”.
1. Independientemente de lo que hagas o quien sea tu jefe, estás trabajando para Dios.
2. Debes dar lo mejor de ti, sin importar la tarea que realices o el reconocimiento que crees merecer.
HG/MD
“Y ustedes, hermanos, no se cansen de hacer el bien” (2 Tesalonicenses 3:13).