Lectura: Romanos 15:22-33

Hace algunos años, en la iglesia tuvimos un caso muy especial de un niño que atravesaba por una situación de salud muy compleja, y los pronósticos médicos eran reservados.

Así que se procedió a realizar toda una campaña a su favor para que fuera atendido en un Hospital en los Estados Unidos; por supuesto, además del esfuerzo económico, la iglesia se organizó con grupos de oración que estaban atentos a la situación del niño.

Y aunque, solamente su familia podía estar con él físicamente en esos momentos tan complicados, espiritualmente hablando, se encontraba rodeado de oraciones y de amor.

El apóstol Pablo también tenía deseos de estar rodeado de oraciones. En la mayoría de sus cartas a las iglesias, pide que lo recuerden en oración delante del Señor (2 Corintios 1:11; Efesios 6:18-20; Colosenses 4:2-4; Filemón 22). A los creyentes en Roma, les escribió: “…les ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que luchen conmigo en oración por mí delante de Dios” (Romanos 15:30). Estaba consciente de que no podía ser eficaz en su servicio a Dios sin el poder del Altísimo.

La Biblia nos indica que Jesús está al tanto de nosotros (Juan 17:20; Hebreos 7:25), y que también lo hace el Espíritu Santo según la voluntad de Dios (Romanos 8:27). ¡Qué consolador es estar rodeado de oraciones!

  1. Da gracias por las oraciones de las personas que te acompañan en tu andar de fe.
  2. Ora por otros y sé parte activa de la oración en tu iglesia local.

HG/MD

“Pero no ruego solamente por estos sino también por los que han de creer en mí por medio de la palabra de ellos” (Juan 17:20).

P.S. ¿Quieren conocer el final de la historia? El niño es actualmente un misionero que sirve al Señor, al lado de su esposa.