Lectura: Salmos 38:1-15

Hay una frase que a menudo se le atribuye a Albert Einstein (1879-1955) la cual dice de la siguiente manera: “Sólo dos cosas son infinitas, el universo y la estupidez humana, y no tengo ninguna duda sobre esta última”.  Sin importar quién la dijo o la inventó, lo más triste es que parece que por más que lo tratemos de ocultar, no hay límite para nuestra necedad o para el daño y las consecuencias que podemos tener debido a nuestra insensatez.

En nuestra lectura devocional en el Salmo 38 leímos sobre un momento en la vida de David en el cual expresó su remordimiento, en este Salmo expresa su lucha y su queja a Dios. Mientras describía sus fracasos, así como las consecuencias dolorosas que padecía a causa de ellos, el pastor y rey hizo una profunda reflexión: “Hieden y supuran mis heridas a causa de mi locura” (v. 5). Aunque el salmista no da detalles sobre sus decisiones, ni sus heridas en creciente deterioro, una cosa está clara, David reconocía que su necedad era la raíz del problema.

Gracias a la misericordia divina podemos encontrar respuesta a tal insensatez destructiva y es: abrazar la sabiduría de Dios. Proverbios 9:10 nos recuerda: “El principio de la sabiduría es el temor del Señor, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia”. Sólo si permitimos que Dios nos transforme, podemos evitar las decisiones insensatas que causan tantos problemas. Su guía amorosa nos llevará a seguir el sendero de la sabiduría que agrada a Dios.

  1. Señor, reconocemos que muchas veces más de las que quisiéramos admitir, somos insensatos, ayúdanos a corregir esas situaciones que nos alejan de ti.
  2. Guíanos Señor con tu brazo poderoso y gentil para poder encontrar el camino correcto que debemos transitar diariamente.

HG/MD

“Pues en ti, oh Señor, he esperado; tú responderás, oh Señor, Dios mío” (Salmo 38:15).