Lectura: Eclesiastés 7:1-6
El gas hilarante u óxido nitroso, se utiliza para reducir el dolor en las cirugías. Debido a que produce falta de sensibilidad ante el sufrimiento físico, sus efectos suelen ser placenteros. Los pacientes bajo su influencia pueden llegar a cantar y a reír histéricamente antes de perder la conciencia.
El corazón engañoso de una persona también le puede anestesiar los efectos del pecado, dándole la ilusión de bienestar. A pesar de dar la impresión de fuerza y alegría, su ligereza representa sólo una breve evasión de la tragedia.
Tal condición fue descrita por el autor de Eclesiastés, quien explicó que, así como el crujir de las espinas en un incendio es un signo de su destrucción, la alegría de la conducta del pecador refleja la superficialidad y la certeza de su destino (Eclesiastés 7:1-6). Él no es consciente de lo sagrado de la vida, ni de la inevitabilidad del juicio de Dios sobre su mal comportamiento.
¿No estás dispuesto a admitir tu culpa ante Dios, riendo sin razón y buscando los placeres inmediatos de la vida? Si es así, necesitas para visitar la “casa de duelo” (vv.2, 4) y reconocer tu condición desesperada y pecaminosa.
- Aprendemos más de la tristeza, que de la risa.
- Confía en el Señor Jesucristo para salvación eterna. Entonces su risa sin sentido puede convertirse en la verdadera alegría. Es mejor es el llanto de duelo, que muestra arrepentimiento, que la alegría y la risa de los pecadores incrédulos condenados.
HG/MD
“Porque la tristeza que es según Dios genera arrepentimiento para salvación, de lo que no hay que lamentarse; pero la tristeza del mundo degenera en muerte” (2 Corintios 7:10).