Lectura: Éxodo 16:11-31
Una maestra muy creativa quiso darles a sus niños una lección sobre el maná, pero poniéndole mucha vida a la experiencia, así que entonces cortó trozos pequeños de pan y les puso miel encima. La primera pregunta de los niños fue: “¿Qué es esto?” Y luego se lo comieron, sin mucho problema. Su receta se inspiró en la descripción bíblica: “dulce como el pan con miel” (Éxodo 16:31).
Cuando los israelitas encontraron el maná que Dios envió del cielo, parecía como escarcha sobre la tierra: “… ¿Qué es esto? Pues no sabían lo que era. Entonces Moisés les dijo: Es el pan que el Señor les da para comer” (Éxodo 16:15).
La palabra hebrea “man”, de la cual viene la palabra “maná”, curiosamente dentro de los significados que tiene se encuentra la palabra: “qué”; misma que posiblemente tenga que ver con esa primera impresión que tuvieron de aquel alimento: “¿Qué es esto?”.
Luego descubrieron que podían molerlo y hacer panes para cocinar (Números 11:7-8). Sea lo que fuera este alimento, para ellos era algo desconcertante (Éxodo 16:4, 14), tenía una consistencia singular (Éxodo 16:14) y para complicarlo más duraba poco (Éxodo 16:19-20).
En ocasiones, Dios nos provee de modo sorprendente. Esto nos recuerda que nuestras expectativas no lo limitan y que no podemos predecir lo que hará. Asimismo, en otros momentos su respuesta no es la que esperábamos, y es allí cuando debemos concentramos en Él y no en lo que podemos hacer para encontrar gozo y satisfacción por nosotros mismos, ya que ambos, tanto el gozo como la satisfacción verdadera, siempre vendrán de nuestra relación creciente con Dios.
- Señor, ayúdanos a aceptar tu provisión y la manera en que decides enviarla, aunque en ocasiones no la comprendamos o no nos guste.
- Gracias por ocuparte de nuestras necesidades y suplirlas.
HG/MD
“Sin embargo, grande ganancia es la piedad con contentamiento” (1 Timoteo 6:6).
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