Lectura: 1 Timoteo 6:17-19

Hay muchas personas que hacen lo que sea por ahorrar tan sólo unos centavos, incluso existen programas televisivos de paga, que tienen como protagonistas a este tipo de personas, ellos son capaces de hacer cosas impensables con tal de ahorrar: compran víveres de acuerdo con sus fechas de vencimiento, de hecho muchas veces compran artículos vencidos; adquieren 10 cosas de un mismo artículo con tal de pagar la mitad del costo, aunque nunca los lleguen a utilizar. Siempre buscan ofertas.

Hubo un caso de una persona quien había cubierto toda su casa por dentro y por fuera con plástico para embalar, con el fin de asegurarse que a la hora de venderla, tuviera lo mínimo para reparar o pintar.  Otros llegan hasta el punto del engaño, diciendo que un artículo es nuevo, cuando en realidad ha sido reparado por ellos mismos.

El ahorro es algo bueno, muestra nuestra buena administración de las posesiones con las que Dios nos bendijo.  Sin embargo, si este “ahorro” nos está guiando a cometer locuras o hacer cosas que no agregan un verdadero valor con tal de ganar unos centavos, es ahí cuando nos enfrentamos a un problema.

La mezquindad a costa de la humillación personal o del dolor de otras personas, no es lo que el Señor desea.  Por el contrario, en 1 Timoteo 6:18 se nos dice lo siguiente: “Que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, que sean generosos y dispuestos a compartir”.  Debemos ser personas dadivosas y generosas.

  1. Dios es el máximo dador, hizo el mayor sacrificio al darnos a su Hijo con tal de darnos vida eterna (Juan 3:16), por lo tanto debemos imitarlo y seguir su ejemplo de generosidad y amor.
  2. Dios nos ha dado todo lo que tenemos y necesitamos, así que demos a los demás cuando en verdad lo necesiten.

HG/MD

“Que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, que sean generosos y dispuestos a compartir” (1 Timoteo 6:18)