Lectura: Daniel 3:8-27

Al leer los nombres: Ananías, Misael y Azarías, quizás no vengan muchas cosas a tu cabeza.  Pero, si te decimos que te ubiques en el capítulo tres del libro de Daniel, te das cuenta de la asombrosa historia de héroes que estuvieron dispuestos a honrar y obedecer a Dios, ya fuera que los rescatara o no, y quienes por sobrenombres tenían los siguientes: Sadrac, Mesac y Abed-nego.

Por lo general cuando lees esta historia te centras en el rescate milagroso, pues ya es bastante conocido el final de la narración; sin embargo, en ese momento preciso, estos tres amigos no tenían ni la más mínima idea de lo que les sucedería al entrar en aquel horno con fuego ardiendo.

Es por ello que estos hombres dijeron lo siguiente: “Si es así, nuestro Dios, a quien rendimos culto, puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, que sea de tu conocimiento, oh rey, que no hemos de rendir culto a tu dios ni tampoco hemos de dar homenaje a la estatua que has levantado” (Daniel 3:17-18).

¿Creían ellos que Dios los podía librar? Sí. ¿Estaban seguros de que los salvaría de la muerte en el horno de fuego? No, y lo admitieron al decir: “puede librarnos…”  Pero, habían decidido obedecerlo independientemente del resultado, aun si no los hubiera rescatado, ni liberado.

  1. ¿Eres obediente y aceptas las consecuencias de tus actos, o quieres que Dios garantice tu seguridad y prosperidad para seguirlo?
  2. El testimonio de estos tres hombres te debe impulsar a permanecer fiel a Jesús, ya sea que te libre o no de las consecuencias por seguirlo.

HG/MD

“Si es así, nuestro Dios, a quien rendimos culto, puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará” (Daniel 3:17).