Lectura: Mateo 21:28-32
Eran los últimos días del curso en la universidad, y un estudiante se había dado cuenta de que para continuar gozando de su beca debía mejorar sus notas.
Así que decidió pedirle una cita a uno de los profesores a quien debía entregarle algunos trabajos y asignaciones pendientes, y ese curso era clave para continuar con sus estudios. Entonces el profesor le otorgó cinco días adicionales para presentar sus tareas pendientes, y así poder mejorar su nota. El joven le dijo: “Gracias profesor, no se va a arrepentir de haberme dado esta oportunidad”.
No obstante, pasaron los cinco días y no apareció ningún trabajo. Lamentablemente, el joven no respaldó sus palabras con acciones.
Jesús habló acerca de un joven que hizo algo parecido. El padre le pidió que fuera a trabajar en la viña, y él respondió: “Sí, señor, voy” (Mateo 21:30); pero finalmente no fue.
En su reconocido comentario, Matthew Henry (1662-1714), indicó lo siguiente: “Los brotes y las flores no son el fruto”. Ciertamente, los brotes y las flores de nuestras palabras pueden generar expectativas sobre lo que haremos, pero son inútiles si no se ve el fruto.
Aunque Jesús hablaba sobre los líderes religiosos que alegaban ser obedientes, pero no se arrepentían, este principio también se aplica a nosotros. No honramos a nuestro Salvador con promesas incumplidas, sino siguiéndolo “de hecho y en verdad” (1 Juan 3:18).
- No hagas promesas vacías, que tus palabras estén acompañadas con hechos.
- La verdad siempre será una de las mejores cartas de presentación que tendrás en la vida.
HG/MD
“Hijitos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y de verdad” (1 Juan 3:18).
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