Lectura: Mateo 6:1-6, 16-18
Existen muchos comercios y bancos que ofrecen a sus clientes “programas de lealtad” por compras realizadas o por la utilización de tarjetas de crédito. La mayoría de estos “programas”, constan de descuentos y “canje” de puntos acumulados en: restaurantes, hoteles, lugares de entretenimiento, tiendas y vuelos en determinadas aerolíneas. Si el dueño de la tarjeta sabe usar este tipo de “programas”, puede tener buenas oportunidades de ahorro.
Podemos decir que Dios también tiene un programa de bendiciones para quienes han puesto su confianza en Él, el cual no tiene trampas, ni letras pequeñas o condiciones extrañas que aplican. A menudo, Jesús habló de su deseo de recompensarnos por servirlo fielmente. Por ejemplo, cuando somos perseguidos por su causa, nos dice: “Gócense y alégrense, porque su recompensa es grande en los cielos” (Mateo 5:12).
Ahora bien, hay personas que se equivocan y creen que, al servir, dar u orar elocuentemente sin fe, lograrán que Dios preste atención a sus acciones, tal como sucedía con los fariseos. Jesús nos enseñó un camino diferente y nos dijo que hiciéramos estas cosas en privado, porque: “… tu Padre que ve en secreto te recompensará” (6:4, 6, 18).
Pero, nosotros no servimos a Cristo por la obtención de alguna bendición o premios temporales. Cuando Él murió por nosotros en la cruz, hizo muchísimo más de lo que merecemos. La lealtad al Señor es un acto de adoración que expresa nuestro sentido reconocimiento por su amor a nuestro favor. Como retribución, Él se deleita al alentarnos con la certeza de que, al final, sus recompensas celestiales y eternas superarán ampliamente todo lo que hayamos abandonado por servirle a Él (Mateo 6:33; 19:29).
- Por lo tanto, vivamos para Jesús sin importar cuánto cueste hacerlo.
- Servimos a Jesús porque lo amamos y nuestra deuda de amor supera cualquier cosa que podamos realizar en esta tierra.
HG/MD
“Pero tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto te recompensará” (Mateo 6:6).