Lectura: Malaquías 1:1-14
Durante miles de años el hombre ha estado contaminando la tierra, y ahora por si no bastaba estamos contaminando el espacio exterior. Para finales del 2016, los científicos de la NASA habían determinado que al menos 18.000 objetos mayores a 10 cm rodeaban la tierra, esto significa que ya es tiempo de que nos empecemos a preocupar por la posibilidad de colisiones en el cielo, a causa de los cientos de satélites activos, restos de cohetes, fragmentos de naves espaciales, satélites que dejaron de funcionar, y hasta herramientas perdidas, todos ellos circulando alrededor de nuestro planeta. Adicionalmente, se estima que existen al menos medio millón de piezas de menos de un centímetro, que viajan veinte veces más rápido que una bala.
El ser humano no solo contamina su espacio físico. La Biblia nos dice que también es propenso a contaminar la adoración para Dios, ya que si no le damos la reverencia debida deshonramos Su nombre y Su reputación.
Precisamente, esto fue lo que hizo Israel en la lectura que hicimos hoy. En Malaquías, Dios nos permite conocer como Su pueblo estaba contaminando su adoración a Dios, al darle tan sólo las “sobras”, en verdad le restaban importancia a la reverencia que debían tener delante de Dios, contaminaron su adoración al ofrecer sacrificios prohibidos y se quejaban de que lo que requería Dios les era fatigoso y despreciable (Mal.1:12-13).
Sabemos que la desobediencia y la irreverencia se pueden perdonar mediante la misericordia de nuestro Señor. Sin embargo, las consecuencias de lo que hacen seguirán presentes, por ejemplo si antes de aceptar el perdón de Dios habías cometido un delito, el juez muy posiblemente te enviará a la cárcel o tendrás que pagar una multa por lo que hiciste, sin importar tu nueva relación con Dios. Lo mismo aplica si ya conociendo el perdón divino, cometes una equivocación, pues traerá consecuencias a tu vida. Dios merece y exige una lealtad de quienes le siguen. Debemos tener cuidado de no permitir que a nuestra vida entre basura inútil, esto ciertamente contaminará nuestra adoración.
- El verdadero adorador, reconoce la necesidad de mantenerse limpios delante de Su presencia.
- Si has cometido un error en tu vida, pídele perdón a Dios, Él siempre está dispuesto a restaurar la relación que has ensuciado.
HG/MD
“Él nos ha librado de la autoridad de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de su Hijo amado, 14 en quien tenemos redención, el perdón de los pecados” (Colosenses 1:13-14).