Lectura: Salmos 20

Hay dos pájaros que son hermosos retratos del espíritu de una canción. Una es la alondra. Despierta por la mañana y saluda al día con su dulce melodía. Todo su ser parece esta en hermosas notas de alegría.

El otro es el ruiseñor. Este pájaro de color oscuro se esconde en los arbustos y no mucho durante el día. Pero cuando llega la noche trina con su hermoso, tierno y conmovedor canto nocturno.

En la esfera espiritual, al igual que en el mundo de la naturaleza, los cantos diurnos son más numerosos que los nocturnos. Pero ciertamente cuando más podemos glorificar a Dios, es cuando cantamos a pesar de la oscuridad.

No es difícil alabar al Señor cuando todo marcha bien, cuando disfrutamos de buena salud, cuando la familia está feliz y tenemos un buen empleo. Pero, ¿qué sucede cuando llegan las pruebas? Cuando perdemos la salud, el dinero se gasta en doctores, cuando las relaciones se destruyen o nos viene una tragedia inesperada, ahí es cuando la realidad de nuestra fe es probada. Únicamente aquellos que están comprometidos con Cristo de todo corazón puede tener un canto en la noche.

Algunos de los creyentes más encantadores que he conocido eran hombres y mujeres de Dios que sufrían pacientemente en sus lechos o en sus sillas de ruedas, y que habían aprendido a cantar en la oscuridad.

  1. Si te mantienes a tono con Cristo, podrás cantar hasta en la oscuridad.
  2. Confía hoy tus penas y problemas en Jesús, Él te acompañará a lo largo de tu prueba.

NPD/MDH