Lectura: Éxodo 6:28-7:13

Se cuenta la historia de un misionero que hace ya algún tiempo, había ido a ayudar en una aldea en lo profundo del Amazonas, donde vivió en carne propia el conflicto entre el bien y el mal.

Al llegar a la aldea, inmediatamente empezó a ayudar en múltiples trabajos a las personas que vivían allí, ya que tenía destrezas para la construcción. Juntos construyeron una pequeña represa y un sistema de agua potable sencillo, también les ayudó a diseñar cocinas que facilitaron las labores de preparación de alimentos. Al participar en estas actividades, poco a poco fue ganando la confianza de los aldeanos e incluso en ocasiones y sin presión, compartía su fe; los invitó a que se reunieran con él para enseñarles a leer haciendo uso de una Biblia con la cual podían aprender las letras, números y palabras.

Sin embargo, no todo salió bien ya que esto enfureció al médico brujo de la aldea, quien le advirtió al misionero que su dios lo destruiría si seguía ayudando y compartiendo su fe con las personas, profirió maldiciones y le dijo que un rayo acabaría con el lugar donde se reunían.  Para sorpresa de todos, esa noche un rayo destruyó la pequeña casa donde se reunían para estudiar la Biblia. 

Al día siguiente el misionero vio lo sucedido, oró y pidió a Dios dirección, luego de un momento fue al centro de la aldea y dijo que Dios destruiría el totem del médico brujo esa noche y eso fue exactamente lo que sucedió, ya que un rayo lo destruyó.  Aunque esta no siempre es la forma en la que Dios actúa, aquella vez, ante toda esa aldea, quedó evidenciado cuán grande y específico es el poder de Dios.

En nuestra lectura bíblica leímos con respecto a Moisés y Aaron, ellos pudieron haberse intimidado ante el acto de magia de los magos de faraón.  El poder demoniaco de aquellos hombres se había hecho evidente ante los ojos de quienes los veían, al convertir sus varas en serpientes.  No obstante, Dios tranquilizó a sus siervos y les mostró Su poder, cuando convirtió la vara de Aaron en una serpiente que devoró a las serpientes de los magos de faraón.

  1. No lo olvides, satanás tiene poder y lo demuestra por medio de sus seguidores y sistemas religiosos falsos, pero cuando el Señor y Salvador Jesús camina a tu lado, no tienes nada que temer, el diablo y sus poderes no se comparan con Dios.
  2. El poder de Jesús que vive en ti es mayor que cualquier poder del mal que te rodea.

HG/MD

“Hijitos, ustedes son de Dios, y han vencido a esos falsos profetas, porque mayor es el que está en ustedes que el que está en el mundo.” (1 Juan 4:4).